En las actuales circunstancias económicas en que se debate el país es indispensable un acercamiento y acuerdo inmediato con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El convenio, de firmarse, conllevará ciertas obligaciones a cumplirse por parte del Ecuador, por lo general medidas fuertes, rechazadas por las minorías, llámense estas sindicatos, y en cambio, aplaudidas por las mayorías, encabezadas por la empresa privada, generadora de fuentes de trabajo para los agremiados en los sindicatos.

Será más que seguro que entre los pedidos del FMI se establecerán tres fundamentales:

1.- Eliminación de subsidios, incluido el gas, pero focalizando los sectores más pobres y que merecen mantenerse con el subsidio estatal.

2.- Disminuir la obesidad del Gobierno, con la disminución gradual de 50.000, 100.000 hasta llegar a los 150.000 burócratas, ingresados durante el correato para asistir a las sabatinas y marchas obligatorias en ese régimen (por lo que resulta risible el ajuste del 10% de personal en las empresas públicas), ajuste aceptado por el presidente de la Federación de Empleados Públicos. O que, como en el 2018, en lugar de redistribuir a 18.000 burócratas, se contrataron 18.000 nuevos servidores públicos, algo inaudito.

3.- Exigirá ajustarse los cinturones y corregir el dispendio presupuestario.

Como siempre he mantenido mi criterio: el FMI no es indispensable, pero en los actuales momentos es más que necesario suscribir un préstamo no menor a 10.000 millones de dólares a un interés módico y largo plazo y que el Estado se olvide de seguir emitiendo bonos. (O)

Marcelo Sáenz Miño,

Tumbaco, Pichincha