No soy un experto en finanzas, pero no estoy de acuerdo con la nueva resolución que permite otra forma de cobrar intereses a los emisores de tarjetas de crédito, calculándolos desde el momento de la compra, porque supuestamente ahí es cuando se otorga un “crédito de consumo”.

Eso no es totalmente cierto, pues el emisor de tarjetas no le paga el valor de la transacción al establecimiento comercial sino tiempo después (no sabemos exactamente cuándo), lo cual implica que se estarían cobrando intereses de una “operación crediticia” inexistente, sin que haya ningún desembolso cinerario de por medio.

Por eso, a manera de promedio, los intereses se calculaban desde el corte, para no estar buscando las fechas de pago a los establecimientos, medida que de algún modo era justa para las tres partes que intervienen en la transacción.

No es verdad entonces que se quiera crear una cultura de crédito, porque en realidad lo que se está haciendo es permitir que se lucre más de lo legalmente autorizado en algo que ya rinde suficientes réditos, porque el crédito rotativo no es gratuito para ningún tarjetahabiente.  (O)

Carlos Cortaza Vinueza,

Guayaquil