Cuando se analiza el drama dantesco de Venezuela siempre se one en primera plana a Chávez, y a Maduro, como los causantes del menú de espanto que ha vivido y sigue viviendo ese noble pueblo: asesinatos, persecuciones, hambre, falta de medicinas, migración forzada, presos políticos, torturas, la más alta hiperinflación de la historia de Venezuela, y hoy por hoy del planeta, y esto para citar solo algunas de las muchas amargas cosas que le toca a los venezolanos digerir.

En los terribles episodios de Nicaragua, con jóvenes muertos, con templos religiosos atacados, sacerdotes heridos, represión sin límite y hoy una economía en decrecimiento, Daniel Ortega y su siniestra esposa aparecen como los causantes del duro trance que por estos tiempos vive ese país.

En la injustificable postulación de Evo Morales, por encima de la voluntad popular que dijo no a la reelección, este personaje aparece como el gran villano de la película.

En la destrucción del Brasil, en la corrupción que lo azotó, es Lula quien aparece como el principal responsable.

En la devastación del Ecuador, que para nadie ya admite duda, la Farc (Familia Revolución Ciudadana) es la gran culpable de lo que ha acontecido.

Pero nadie hable de quien está atrás de estos tristes episodios: Cuba. Realmente Cuba se la ha sacado más que barata.

Recibiendo petróleo venezolano por años en forma subsidiada, aceptando donaciones de casas del gobierno ecuatoriano, enviando hacia todos los países que entraron en el cuento del Socialismo Siglo XXI médicos a los cuáles explotaban, porque esos médicos recibían una fracción del salario y la mayoría del salario iba al gobierno cubano (esclavitud moderna), beneficiándose de toda una plataforma continental que montaron usando a varios tontos útiles, la perversa y cruenta dictadura cubana la ha sacado más que barata, siendo el principal artífice de esa monstruosidad llamada Socialismo Siglo XXI.

Es que ante la evidencia que conflictos armados como los de las FARC, del frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional, ELN, Sendero Luminoso, Tupamaros, Montoneros, etc. no serían jamás exitosos, la inteligencia cubana diseña una estrategia brillante: Conseguir en forma democrática el poder, y transformar luego las sociedades en las cuales consiguen el triunfo electoral en tiranías despóticas, para eternizar a sus títeres y aliados en el poder en otros países de la región, y exportar así su modelo de revolución.

Cuando los líderes de países del primer mundo amenazan a Venezuela, cuando la OEA se pronuncia contra Venezuela, cuando las prensa hace el análisis detallado de lo que pasa en ese país o en Nicaragua, cuando en el Ecuador vemos la destrucción de nuestra economía, la corrupción, la afectación a la justicia, la destrucción institucional, no mencionamos a Cuba.

Y es Cuba, y su servicio de inteligencia altamente desarrollado, el país que reunió en Sao Paulo, en el famoso foro de Sao Paulo, a quienes iban a ser sus instrumentos futuros, a quienes podían ser los tontos útiles que luego destruirían países, y evitar entre otras cosas que, como lo ha hecho Chile alejado de esta tontería, los países se distancien más de Cuba y la hagan quedar más en ridículo.

Tan exitosa ha sido la estrategia, que no solamente se tomaron varios países y los transformaron en reales dictaduras, sino que además, lograron lo imposible: Hoy Cuba es un paraíso al lado de la millonaria Venezuela, cargada de recursos naturales, pero abrumada por el SS XXI implantado en su territorio con toda la bendición cubana.

La coherencia en el momento actual de la historia de este continente exige desenmascarar a esa mano que lanzó la piedra y luego se escondió, exige que luchemos no solamente por liberar a Venezuela y a Nicaragua de dos tiranías, exige no solamente impedir que EVO siga avasallando la voluntad sagrada del pueblo y que evitemos que la FaRC ecuatoriana se reagrupe, o que regresen los Kichner a saquear a la Argentina. La coherencia exige que también elevemos el grito al cielo, y recordemos al mundo que el pueblo cubano ha sido sometido a 60 años de tiranía, de privación de la libertad, de ausencia de derechos políticos y de garantías individuales y colectivas.

Si no lo hacemos, premiaremos a un régimen con perversidad transnacional, que a cambio de los subsidios soviéticos entregó sangre cubana en Angola y otros lugares del mundo, que a cambio de esos subsidios infectó con movimientos violentos que causaron muerte y dolor a la América Latina, y que, como la última de sus maldades, inventó el Socialismo Siglo XXI para hacer que esta región desperdicie la más dorada oportunidad y bonanza de ingresos por el precio de sus exportaciones, para retroceder en lo económico, en lo político, en lo social y en lo moral.