Llegó a nuestro árbol la noche de Navidad. Recorrió un largo camino. Parecía que la recién nacida estaba ansiosa por encontrarse con esas manos que ahora la cuidan. Y viceversa. Para que esta escena sea posible fue necesario contar con la imprescindible ayuda de internet. Todo empezó cuando mi sobrina menor incluyó a la muñeca Isabelonga en su carta navideña.

En otros tiempos el juguete de moda se anunciaba en la televisión con jingles pegajosos, pero ahora la famosa Isabelonga consigue seguidores a través de YouTube. “Cuando la vi en el video por primera vez supe que la quería”, decía la carta.

Las redes sociales fueron la puerta que abrió el mapa del mundo a este emprendimiento mexicano que surgió de la cabeza de Amparo Serrano, una exintegrante del grupo Flans. La cantante después de ser despedida de la popular agrupación decidió concentrar su sensibilidad artística en el diseño. Como lo que podría ser una novela mexicana, esta es la historia de la joven que fue echada y se convierte en exitosa empresaria gracias a plásticos convertidos en muñecos a los que les agregó un cordón a manera de ombligo. El emprendimiento se convirtió en una empresa de juguetes llamada Distroller.

Los neonatos son los más queridos en ocasiones especiales por niñas de 6 a 10 años, aproximadamente. Espacio aparte merecen los argumentos que defienden el evitar darles a las niñas solo muñecas, pero eso es materia para otro análisis.

Adiós a los colores pasteles; el celeste o rosado no van más en estos juguetes. Diseños multicolores propios de la cultura de México son el toque que le dan atractivo al producto envasado en cajas que funcionan como cunas. La intensidad de los tonos es parte del marketing elegido, igual que lo fue en la película mexicana Coco.

Acorde a los tiempos de transformación digital, este emprendimiento no requirió una red de distribución con la intervención de multinacionales del mundo del juguete. Isabelonga es parte de la marca Ksimerito que se moviliza de árbol en árbol a través de Amazon.

Como es de suponerse el juguete plástico viene con ropa, accesorios, alimentos, vacunas… Muchos de ellos se venden aparte, obvio. Nace de la mente de una mujer latina sin fronteras que tal vez creció con la Barbie y supo imaginar un mundo paralelo: los recién nacidos del planeta Neonatiplán.

Según el reporte del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de 2016/2017, el Ecuador con 31,8% tiene la tasa más alta de Actividad Emprendedora Temprana (TEA) en la región. Se trata de un emprendimiento por necesidad; es decir, si alguien no tiene empleo o es despedido de pronto, busca un medio de obtener ingresos, pero la iniciativa pierde fuerza o es abandonada cuando se encuentra un empleo formal. Es imprescindible fomentar el emprendimiento por oportunidad: ese que se mantiene en el tiempo y va evolucionando hasta alcanzar una maduración tal que logra incluso ser internacional.

Isabelonga nació en lápiz y papel dando el salto de ser un emprendimiento a una empresa global; emprender no tiene que ver exclusivamente con apps y programación. Tiene que ver con talentos únicos que siempre son bienvenidos. El juguete navideño fue un recordatorio para tener presente que innovar no es solo tecnología.

Un emprendimiento es la solución a un deseo, una necesidad. Isabelonga llegó a nuestra familia porque fue el deseo de la más pequeña de la casa. Era una necesidad ver esa cara alegre y una perfecta solución para creer que el emprendimiento es un camino que vale la pena recorrer. (O)