“Quien nunca tuvo y llega a tener, loco se quiere volver”, sabia frase que pronunciaba mi abuela.

A mi parecer y con su sabiduría no se refería mi abuela exclusivamente al concepto de éxito determinado y medido solo por bienes materiales. Más bien la reflexión era observando a quienes entre la fama y el éxito –poco o mucho que han obtenido– se enfrascan únicamente en disfrutar un presente dedicándose a acumular más. Ya no tienen tiempo de llamar, esperan que los llamen, esperan ser adulados. Ya no hay ganas de hablar, esperan que les hablen. Ya no hay tiempo de mirar porque solo quieren ser admirados. Ya no hay tiempo de esperar, porque su tiempo se vuelve el más preciado. Ya no hay tiempo de pausar, porque su vida va muy agitada.

Todo adquiere un precio. Ya un favor deja de ser del corazón, se vuelve una transacción donde siempre se debe obtener algo a cambio. Ya las sonrisas que se posan para fotografías indicando el ser humano maravilloso que pudieran ser, se desvanecen rápido de lo que fueron capaces de dibujar. Viene el relego de quienes estuvieron abajo con ellos y sin embargo “no obtuvieron éxito” que ellos alcanzaron, por eso es cuestionable que puedan seguir en su círculo. Suele ocurrir que llevan el título más alto y tiene más relevancia su vida que sus padres, amigos, familias.

Los que sufren de estos males, y además lo califican como madurez, evolución, éxito, cambio natural, crecimiento, tienen un disfraz para justificar sus actitudes. No dejan de amar probablemente, pero la diferencia radica en que sus amores muchas veces –y amistades– son o se dan condicionados. El que nunca tuvo y llega a tener, puede perder sin darse cuenta, su verdadero yo; sin embargo cuando no están bien, se les acaba el poder, suelen volver a quienes olvidaron, y asumen que deben estar ahí para escucharlos, apoyarlos y quererlos; pero tal vez con la excepción de un padre o una madre, ya no estarán para ser sus cómplices. Llegaron a tener y a obtener más, pero dicho triunfo, éxito, es efímero, se difumina, dado que la verdad no tuvo importancia para ellos y los dejó vacíos.(O)

Álex Torres Espinoza, Guayaquil