Frente a las elecciones presidenciales que se realizarán el día de hoy en el Brasil, ha circulado en semanas anteriores una Carta Abierta de la Escola Brasileira de Psicoanálisis en defensa de la Democracia, divulgada por la Red Internacional Zadig, el movimiento de extensión creado por Jacques-Alain Miller en 2017 para suscitar la opinión pública de los psicoanalistas sobre los asuntos sociales, económicos y políticos de sus comunidades y del mundo. En su manifiesto, los colegas brasileños advierten sobre las consecuencias trágicas que tendría el triunfo del discurso del odio, la violencia y la exclusión, enunciado por el candidato que tiene una ventaja significativa según las encuestas. ¿Debería tomarse este manifiesto como apoyo o propaganda partidista por el otro candidato? ¡De ninguna manera! Al menos yo no lo leo así.

El penoso dilema en el que se hallan los electores brasileños también le concierne al resto del continente y al planeta entero. En las últimas décadas, asistimos a dos fenómenos vinculados en nuestros países. El primero y aparente antecedente es el fracaso de los políticos tradicionales y sus partidos, la verificación de la precariedad estructural de las instituciones de la democracia y el Estado, la corrupción epidémica y la profunda decepción y desconfianza de los ciudadanos acerca de la vida política. El segundo y aparente consecuente es la emergencia coyuntural, oportunista y mesiánica de los llamados outsiders, advenedizos carismáticos que provienen de otros campos, que capturan la frustración y encarnan la promesa seductora, y que habitualmente terminan pareciéndose a los políticos tradicionales. ¿Cómo entender la aparición de estos fenómenos aparentemente recientes?

Estos fenómenos no son recientes, en realidad son cíclicos y aparecen al menos desde hace cien años. Son los fenómenos a los que Sigmund Freud asistió en sus tiempos, los del surgimiento del nazismo y el estalinismo, y alrededor de los cuales este autor escribió algunos ensayos fundamentales sobre las masas y sus ilusiones. Los mismos fenómenos que no le fueron ajenos a Jacques Lacan, quien también fue testigo de los totalitarismos del siglo XX y por ello pudo interrogar las así llamadas revoluciones, como aquellos giros de 360 grados donde las masas simplemente sustituyen a un amo por otro. Es decir, desde su origen, el psicoanálisis siempre ha opinado sobre los fenómenos sociales, culturales, económicos y políticos de cada época, sin tomar partido por ningún candidato ni movimiento, y solamente apostando por la hipótesis de la determinación del inconsciente en nuestros actos públicos y privados, y por el valor de la palabra como acto y testimonio de nuestra responsabilidad como sujetos del inconsciente. Por ello, los psicoanalistas han sido perseguidos por los fascismos y totalitarismos.

Por esta historia, el manifiesto de los colegas brasileños merece adhesión, si se lo lee como una intención de voto por el valor de la palabra contra cualquier intención de pervertirla y degradarla a fetiche o grito de guerra. Merece adhesión, y para ello no es indispensable pertenecer a la red Zadig ni estar inscrito en la enseñanza de Jacques-Alain Miller. Porque el acuerdo sobre los principios de la clínica psicoanalítica, su ética y los conceptos fundamentales de Freud y de Lacan trasciende las diferencias de escuelas y de transferencias de trabajo. (O)