En escuelas y colegios están enseñando a los muchachos a denunciar cualquier abuso del que sean objeto, sea sexual, psicológico o físico. En las universidades les platican a los jóvenes que no hay que ser abusadores y respetar a las personas. Pero parece que no está calando muy bien esta enseñanza cuando seguimos viviendo la realidad de niños ultrajados, de hijos que mandan a asesinar a padres, hermanos; o de jóvenes que descuartizan a su mejor amigo…
Así como la sintomatología de una enfermedad es la fiebre, los síntomas de estos trastornos son los pensamientos, y desgraciadamente para los asuntos de la mente, muchas personas son reacias a reconocer que tienen un problema (como los drogadictos). Se debe enseñar a los niños y los jóvenes cuáles son los pensamientos que indican un trastorno en la personalidad, por ejemplo, que por cualquier conflicto sientas deseos de hacer desaparecer a la otra persona, o que empiece a sentir una atracción sexual por infantes o niños, que sienta deseos de eliminarse, o se imagine ver una casa o bosque en llamas; a estas alturas de la humanidad deben existir informes y estudios completos de los pensamientos recurrentes de los suicidas, asesinos, femicidas, pederastas, etcétera. Estos pensamientos tienen que ser divulgados para que las personas que se identifiquen con estas anomalías pidan ayuda a tiempo. Quizá así disminuyan este tipo de actuaciones. La educación formal y la prensa son vitales en esta difusión.(O)
David Ernesto Ricaurte V.,
ingeniero mecánico, Daule