Después del abismo perpendicular que separó a los Verdes del Aborto de los Celestes de las Dos Vidas, reapareció la semana pasada en la Argentina la profunda grieta entre los socios del Club del Helicóptero y el de No Vuelven Más. Los del No Vuelven Más defienden la estabilidad del Gobierno, pero sobre todo atacan la actitud –que llaman golpista– de los del Helicóptero. Y los del Helicóptero sostienen que los que están en el Gobierno se tienen que ir en helicóptero como se fue Fernando de la Rúa. Todo empezó con la devaluación de la semana anterior y el dólar por las nubes, cosa que ahora voy a tratar de explicar, a ver cómo me sale.

Antes le advierto que no se trata de la defensa de otra cosa que no sea el sentido común en los razonamientos colectivos de los argentinos. Supongo desde el vamos que el bien de la Patria es lo que todos queremos de buena fe, aunque sea por vías distintas. También tengo que suponer que aunque no estemos de acuerdo en los modos de lograrlo, todos estamos de acuerdo en respetar la democracia y el sistema republicano. A pesar de las grietas, en esto último tenemos que estar todos de acuerdo porque es nuestra ley fundacional.

Hace 70 años que los que nos gobiernan nos mienten que nos quieren con locura y juran que hacen todo lo posible para que todos los argentinos seamos felices aunque vayamos cada día peor.

Lo cierto es que el peronismo menos dialoguista salió esa semana a buscar el helicóptero: una imagen dramática que nació en la Navidad de 2001 y que de chiste no tiene nada. Hacer bromas con la caída de un gobierno es una estupidez, pero además demuestra que algunos piensan llegar al poder por la misma ventana por la que se escapa el que se retira por incapaz. Ocurre una catástrofe en la democracia si el poder se consigue haciendo caer al que ganó las elecciones. Aunque el Club del Helicóptero respete las normas constitucionales, los del Club de No Vuelven Más lo llaman golpe y de algún modo lo es. Pero lo más lamentable de todo es que una crisis política del tamaño de la que padeció la Argentina en 2001 nos hace retroceder un montón de casilleros en nuestro caminar por la historia.

Lo que pasó en la economía argentina se lo voy a explicar a mi manera en seis palabras: el Gobierno prefirió devaluar en agosto. Como estaban las cosas, a nadie la cabía dudas de que el dólar iba a pasar a 40 pesos antes de fin de año (a principios de 2018 estaba a 18,50), pero el fin de año es conflictivo y si va a haber malestar social, mejor que sea ahora. En diciembre vamos a estar acostumbrados, si es que los planes le salen bien a los que nos gobiernan. De paso, si dejamos flotar el dólar a su aire, dejamos también de ventear las reservas del Tesoro Nacional. Los dólares baratos favorecen a unos y los altos a otros, que nunca son los mismos. Y le recuerdo, de paso, que la ideología del Gobierno actual va más por el lado del derrame y la del anterior por el lado del reparto. Tampoco puedo saber si habían previsto que la jugada parecía la de Wilfredo Caballero cuando le da el pase a Ante Rebic en el partido Argentina-Croacia en el reciente Mundial de Rusia.

En el Club del Helicóptero aprovecharon la bolada para llevar agua a su molino. Magnificaron los problemas del Gobierno y metieron una chuza en la grieta para hacer palanca a ver si la pueden agrandar. Mientras, el Gobierno insiste obstinado en su gran error: creer que la gente entiende lo que están haciendo.

Hay muchos errores y muchos inútiles en el Gobierno nacional (siempre los hay, además de ladrones), pero el error principal es el de las explicaderas. Suponiendo que saben lo que están haciendo, no saben o no quieren explicarlo. Y cuando uno no quiere dar explicaciones es lógico que quienes las buscan, sospechen. Hace 70 años que los que nos gobiernan nos mienten que nos quieren con locura y juran que hacen todo lo posible para que todos los argentinos seamos felices aunque vayamos cada día peor. Y resulta que ahora, de un día para el otro, los socios del club No Vuelven Más deciden que el pueblo debe darse cuenta sin intermediarios de sus buenas intenciones y que aguantará el ajuste necesario, porque todo el mundo sabe que el ajuste es necesario y otras monsergas por el estilo. En esto deberían aprender de los del Club del Helicóptero y mentirnos que nos quieren. Les iría bastante mejor. (O)