Quienes nacen en Ecuador este año vivirán –en promedio– 76,9 años. Pero la edad al morir dependerá de dónde vivan. En la Sierra, Costa u Oriente, las esperanzas de vida son de 77,2, 76,1 y 75,8 años, respectivamente. En la Costa moriremos 1,1 años antes que en la Sierra y casi 4 meses después que en el Oriente.

A nivel provincial las diferencias aumentan. De las diez provincias con mayor esperanza de vida (ocho de la Sierra, dos de la Costa) solo hay cuatro que superan los 78 años: Loja, Azuay, Pichincha y Santa Elena. Las provincias en donde la vida es más corta son Guayas, Esmeraldas y Los Ríos (todas tres en la Costa) con 75,2, 74,6 y 73,8 años promedio. Son las cifras oficiales del INEC. La vida en la peor provincia (Los Ríos) dura 5 años menos que en la de mejor esperanza de vida. Para los de Guayas, la vida es 3,6 años más corta que en Loja, 2,8 menos que en Pichincha y 6 meses menos que en el Oriente. El IESS debería permitir jubilarnos antes.

El promedio de vida depende de muchas variables. Hay factores naturales, pero más influye la acción del hombre. Por ejemplo, la mala calidad y cobertura de los servicios de salud provocan mayor mortalidad infantil y hospitalaria, lo que baja el promedio de vida de toda la población. Carreteras más angostas o inexistentes, también. En esta columna denunciamos, con cifras oficiales, que Guayas representa el 79% de las muertes en hospitales pediátricos del país. En los obstétricos, oncológicos, generales y en clínicas, las muertes per capita son 3,0, 1,5, 1,6 y 1,8 veces más en Guayas que en el resto del país. En carreteras hemos difundido situaciones similares o peores. ¿Y qué han hecho los miles de holgazanes dependientes públicos (HDP) que dizque trabajan en tanto organismo público “de equidad”?, nada.

La Senplades es el artífice del actual gigantismo centralizado de la burocracia, es la mamá de los HDP. En su sitio web oficial está publicado que, entre 2008 y 2017, el Gobierno central invirtió 12,4 miles de millones en Pichincha –con 3 millones de habitantes– y tan solo 6,9 en Guayas, con 4,1 millones de habitantes. Miman a su provincia con planes de marketing turístico, revitalización del Centro Histórico de Quito y miles de proyectos alineados con la labor centralista de TAME, la DGAC y la Cancillería, para disminuir rutas aéreas a Guayaquil (Ejemplo: dan la ruta directa Guayaquil-Buenos Aires a una aerolínea que no la usa y a la que sí quiere volar no la autorizan) y, gracias a la inversión sesgada, llevan el turismo a Quito y su entorno, construyen allá carreteras más seguras que generan desarrollo y alargan así la vida de sus habitantes.

En un Estado sano, los impuestos ayudan a redistribuir la riqueza; en Ecuador, los holgazanes dependientes públicos los usan para generar criminales diferencias, pagarse buenos sueldos, sembrar educación y bienestar para los suyos y sus alrededores. El resto, literalmente, que se muera. No solo usted, lector del Guayas, vivirá tres años menos que los de otras provincias, también su cónyuge, sus hijos y los 4,1 millones de habitantes de la provincia. Son en total 12,3 millones de años de vida menos que se nos lleva el centralismo. Es cuestión de vida o muerte que esto cambie. (O)