De las doce definiciones que el Diccionario de la Lengua Española nos proporciona para el verbo reconocer, escojo la octava: admitir o aceptar que alguien o algo tiene determinada cualidad o condición.

Hay un yo, individual o colectivo, pues a veces se convierte en nosotros, que realiza la referida acción de reconocer, esto es, examinar algo o a alguien para conocer su identidad, naturaleza y circunstancias.

Según el mismo Diccionario, examinar es inquirir, investigar, escudriñar con diligencia y cuidado, reconocer la calidad de algo, tantear la idoneidad y suficiencia de quienes quieren profesar o ejercer una facultad, oficio o ministerio.

Reconocer, entonces, puede deducirse como un segundo conocimiento, más completo, profundo y seguro de lo ya conocido.

Por eso, hemos de considerar que un adecuado y cabal conocimiento de personas, animales y cosas nos dotaría de elementos de información apropiados y útiles para tomar las mejores decisiones y obtener la plena realización de nuestros proyectos o planes.

Al contrario: esos planes y proyectos podrían fracasar y arrastrarnos hasta la ruina y el deshonor si erramos en la investigación, conocimiento y selección de las personas y los elementos que se requieren para su cumplida, eficiente y beneficiosa realización.

Por supuesto que podemos ser engañados o engañarnos, y precisamente por eso mismo debemos ser exigentes y cautos en la verificación de los saberes, la experiencia demostrada y las costumbres de quienes podrían acompañarnos en lo que pensamos realizar.

Claro que no es fácil la selección, pues hay habilitados para la tarea que lamentablemente no pueden incorporarse al proyecto por razones personales o familiares.

¡Cuántas limitaciones encuentran las personas que podrían colaborar eficientemente en un proyecto y qué manera de autoallanarse el camino para arribar los que no convienen!

Así que, si no estamos entrenados, debemos esmerarnos en aprender a discernir hasta saber seleccionar a las más competentes y éticamente responsables para integrarlas a las empresas de cualquier tipo, en las que necesitemos constituir un verdadero equipo, donde no haya rivalidades internas y todos sus integrantes aspiren al éxito común anhelado, que convoca y estimula.

¿Se ha planteado usted, alguna o varias veces, la importancia de reconocer? ¿Ir más allá del simple conocimiento?

¿Hay ciertos tipos de relaciones interpersonales que pueden ser superficiales y otras no?

¿Identifica usted diferencias entre ellas?

¿Cuáles son sus claves personales para distinguir y discernir en esos temas?

¿Ha tenido oportunidades para felicitarse porque su capacidad de reconocimiento le permitió estar bien acompañado y en otras le obvió pesares al evitar problemas o fracasos?

Me parece que la experiencia que tengamos sobre este tema debería ser compartida con las personas y en los ambientes adecuados, pues una información que parte de buena fe dirigida a quien puede asimilarla y luego servirse de ella se puede constituir en un don inapreciable.

¿Es este un tema peligroso sobre el que no deberíamos hablar o conviene compartir experiencias que pueden ser útiles especialmente a quienes bien queremos?

¿Sería tan amable en darme su opinión?

(O)