Según el Diccionario de la RAE, la palabra memoria es definida como facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. Aparentemente en nuestra sociedad sufrimos su terrible ausencia y esto nos mantiene cayendo en los mismos errores, gracias a la eterna dinámica de las campañas políticas.

Primero, cuentan con un líder visible, quien representa al partido y es el encargado de sonreírle a cuanto descalzo y descamisado encuentre en su paso. Abraza a ancianas mientras las deja quejarse del paso del tiempo y el olvido de los políticos, para luego ofrecerles que de salir victorioso (gracias a su voto) nunca más pasarán hambre, reparte también fraternos apretones de mano a los hombres de cada barrio y carga a todos los niños en lo posible. Nunca pierde la sonrisa, jamás se cansa, se detiene para escuchar a todos, y siempre está dispuesto a comer un plato típico o tomarse una foto en el camino, teniendo como destino final de estas caminatas la tarima.

Esta estructura peregrina que se arma y desarma variando lugares permite observar como en el mejor de los conciertos de rock al candidato y algunos de sus “compañeros de fórmula”, mientras con micrófono en mano incita a la ciudadanía a votar por ellos, porque de no hacerlo, volveremos al tiempo de las cavernas y tocará redescubrir el fuego. Todo esto, por supuesto, combinado con bailarinas, música a todo volumen y la histriónica despedida entre besos y manos agitadas hacia su pueblo, repitiendo la muletilla constante de que “solo vive para servir”.

En segundo lugar, pero no menos importante, está el líder detrás de los discursos. Este es quien maneja la estrategia populista y sigue la línea caudillista tan enraizada en nuestro país. Es el encargado de elegir qué personajes del mundo de la farándula y deporte deben encabezar las listas para arrastrar con su popularidad a quienes por sus servicios prestados, fidelidad al partido o a un político en particular desean un escaño, pero carecen de reconocimiento público-popular y necesitan ser empujados en la ola de fama de los primeros para poder llegar.

Esta es la historia de siempre. Varían las figuras, pero la hoja de ruta sigue siendo la misma, por consiguiente, creo que es necesario averiguar no solo quiénes son los candidatos principales para las siguientes elecciones, porque eso más o menos ya tenemos identificado, sino estar atentos de los aspirantes a consejeros y concejales, ya que serán ellos quienes impulsen o nieguen que el cambio positivo se concrete.

Entonces, me pregunto: ¿dónde están los empresarios que supieron sacar adelante su negocio pese a diez años de S. S. XXI? ¿Qué hay de los urbanistas que pueden aportar con ideas para una ciudad que sigue creciendo? ¿Ignoramos los nombres, o quienes están capacitados no quieren mezclarse con los oportunistas del momento? ¿Qué es lo que realmente necesitamos para colaborar con el progreso en libertad que tanto anhelamos para nuestra ciudad?

Finalmente, me quedo con las palabras de Martin Luther King: “Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto”. Así que recobremos la memoria y hagamos la diferencia esta vez.(O)