Hay un tiempo para todo, tiempo para ser emocional e impulsivo y tiempo para ser analítico y racional. ¿Cómo te das cuenta de que llegó el momento y dejar atrás la estupidez? No es fácil, es un aprendizaje que está basado en eventualidades de la vida que te hacen “madurar”. Es una decisión, y para llegar a ella debes alcanzar el entendimiento puro de los valores que te convierten en un ser humano.

La vida nos pone ante distintas circunstancias que requieren una reacción. Pongamos un ejemplo sencillo, si veo que alguien deja su funda de basura en la puerta de mi casa, tengo la opción de asomarme por la ventana y empezar a gritarle groserías para que se lleve su funda, o salir a la puerta y pedirle muy amablemente que no lo vuelva a hacer, que interrumpe el paso a mi casa y es mejor para todos que ponga su funda de basura en la esquina de la calle. ¿Cuál es la mejor opción? Para tomar esta decisión simplemente debes analizar los escenarios de la respuesta que va a generar tu reacción. En la opción uno, las probabilidades están en recibir un insulto, no retire la persona la funda, ganarte un vecino que siempre al pasar por tu puerta lance destellos de odio a tu hogar. Y lo menos probable es que el vecino se asuste con tus insultos y retire la basura, considerando no hacerlo nunca más para evitarse problemas con el patán, que en este caso serías tú. En la opción dos, las probabilidades están en recibir una disculpa y un justificativo de la acción como “disculpe”, “pensé que no vivía nadie ahí”, “no quise causarle molestias”, “enseguida la pondré en la esquina”, “salí rápido a dejar la funda y no me percaté de las molestias que le causaba”.

Es una cuestión de valores tomar la mejor decisión y esa tarea es la tuya, entender con qué tipo de comportamientos generas una reacción positiva, favorable, conveniente, para ti; con qué comunicación consigues el entendimiento con los seres humanos. Debes diferenciar las situaciones que requieren un reacción emocional e impulsiva, y cuáles son las que puedes resolver de forma racional. Toma la decisión que te ayude a vivir con un corazón más sano y alma positiva, alejando los corajes innecesarios. Decidirte por vivir en paz y armonía, es cosa de quien entendió que la felicidad se encuentra en nosotros mismos y que más vale terminar el día lleno de gratitud, que haber pasado unos momentos incómodamente que pudiste evitar, si tan solo hubieras decidido ser más racional.(O)

María Soledad Ochoa Fierro, 34 años, ingeniera; Guayaquil