Aunque los humanos somos los únicos seres de la creación que tenemos conciencia de nuestra naturaleza finita, nunca deja de impresionarnos cuando algún allegado o personaje conocido parte al viaje final, especialmente si ha otorgado un gran aporte a nuestra especie.
En el caso de Mr. Stephen Hawking, cuya circunstancia excepcional de tener un talento extraordinario atrapado en un cuerpo inmóvil, con una capacidad intelectual que le permitió explorar mentalmente todo el cosmos mediante teorías que trataban de dar respuestas al misterio del universo, y que a los mortales comunes al no entender claramente, por ser materias altamente especializadas, nos deja atónitos al conocer que este científico determinó muchas teorías que podrían responder a las interrogantes de la ciencia moderna; pese a la grave dolencia que lo inmovilizó la mayor parte de su vida.
Pero su legado no solo es científico sino principalmente en lo humano, pues su vida es un claro ejemplo del triunfo del espíritu humano sobre la adversidad, pues aunque sus teorías excluían a la Providencia Divina, estaba impulsado por una determinación inquebrantable que se equipara a la fe que tenemos en nuestro Creador, especialmente cuando nos vemos impotentes ante las fuerzas del destino; sin embargo, ahora es libre de la envoltura prosaica que lo paralizaba.
Una revista de ciencia y humanidades contiene un artículo que expone que la creación y la vida conocida se deben a los llamados seis números específicos de Rees, que podrían haber sido originados por un orden supremo como principio del universo que conocemos.(O)
Jorge Chambers Hidalgo, abogado, Guayaquil