Durante el pasado feriado de carnaval se dieron varias interrupciones en diferentes carreteras del país. Muchas de dichas interrupciones se dieron en los caminos que conectan a Quito con la Costa ecuatoriana. Las lluvias produjeron derrumbes en la vía Calacalí-La Independencia, con el consecuente cierre de la carretera. Algo parecido –pero de menor impacto– se dio en la ruta Alóag-Santo Domingo. Eso complicó los viajes de muchos residentes de la capital que esperaban pasar el feriado junto al mar. Yo tuve la suerte de optar por ir a Guayaquil por la carretera Pallatanga-Bucay, que se mantuvo sin derrumbes, hasta el último día del feriado pasado. Mi familia y yo pudimos llegar al Puerto Principal luego de ocho horas de viaje, mientras que miles de personas tuvieron que sufrir un suplicio de doce horas para poder ir desde Quito hasta Esmeraldas.

La historia del Ecuador es la historia de las interacciones entre Quito y Guayaquil. Sin negar el aporte de las demás regiones del país, queda claro ante el ojo atento de cualquier aficionado a la historia que nos hemos formado como país, gracias las distintas relaciones que se han dado entre estas dos ciudades. Esta premisa abarca tanto las ocasiones en que la capital y el puerto han colaborado entre sí, detrás de alguna causa común, como las veces en que se han visto confrontadas por visiones o intereses distintos. Cualquier cosa que promueva el acercamiento entre Quito y Guayaquil, alejando las oscuras miopías regionalistas, vendrá siempre en favor de nuestro desarrollo.

Santiago Gangotena, canciller de la Universidad San Francisco de Quito, lleva casi 20 años promoviendo la visión de una autopista que conecte a las dos principales ciudades ecuatorianas en un recorrido directo y sin interrupciones. Este proyecto fue bautizado como “La Vía del Sol”. La propuesta de Gangotena no ha quedado en el simple discurso. Durante este tiempo se han realizado diversos estudios, analizando hasta cuatro posibles alternativas de trazado, que permitirían reducir el tiempo de viaje de ocho horas a apenas tres horas y media. Las conversaciones con el sector público durante todo este tiempo han llevado incluso hasta la conformación de un consorcio que se encargue de promover, desarrollar y empujar la ejecución de este proyecto.

La Vía del Sol no sería una carretera más. Este proyecto tendría la misión de ser un canal directo de conexión, evitando los desvíos o las disminuciones de velocidad por ingresar en zonas urbanas intermedias. Sería una rama complementaria el sistema vial, que cumpliría con el objetivo principal de acercar a estos dos polos de desarrollo, para integrarnos como país y evitar el surgimiento de nuevos conflictos y rivalidades.

Soy lo que soy gracias a las dos ciudades que me han formado. Estoy convencido de que propuestas como La Vía del Sol deben ser difundidas y promovidas. Ahora que el Gobierno Nacional ha superado sus primeros desafíos, relacionados con el pasado referéndum electoral, sería interesante que se diera el tiempo de escuchar esta y otras ideas semejantes, que sirvan para acortar la distancia entre dos ciudades hermanas. (O)