Propuesto hace treinta años por el psiquiatra norteamericano Richard Gardner, el SAP describe la constelación psicopatológica que rodea algunos divorcios conflictivos, donde los hijos insultan y rechazan todo contacto con uno de los dos progenitores por influencia del otro, como consecuencia de las graves diferencias entre los dos adultos y los probables trastornos mentales de al menos uno de ellos. En el SAP, lo más frecuente es que el padre sea el progenitor rechazado, con el argumento de que su presencia es perniciosa para los niños según la madre que influye sobre ellos. En esos casos, a veces se constata que la madre ha construido un vínculo patológico con los niños o sufre de algún trastorno psicológico. En ocasiones, la madre denuncia falsamente que el padre ha cometido abuso sexual con los niños.

Aunque el SAP se ha descrito en muchos lugares del planeta (incluyendo el Ecuador), curiosamente no ha sido incluido en las más recientes clasificaciones internacionales de los trastornos mentales, como el CIE-10 de la Organización Mundial de la Salud y el DSM-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría. El argumento para esta exclusión es que “no hay suficiente evidencia científica que demuestre la existencia del SAP”. El argumento es inconsistente, si se considera que la evidencia fundamental de la existencia de casi todos los llamados trastornos mentales es su constatación en la práctica clínica, antes que su comprobación por exámenes de laboratorio o de imagen, o por análisis histopatológicos o estadísticos. Probablemente la renuencia para aceptar su existencia tiene que ver más bien con las complejas consecuencias legales que ello tendría.

En el Ecuador, la existencia del SAP es una hipótesis diagnóstica que se formula en la práctica clínica de psiquiatras y psicólogos, particularmente como efecto de la terapia con algunos niños afectados o con padres excluidos. Pero sobre todo, el SAP es detectado por algunos abogados perspicaces que intervienen en juicios complicados de divorcio. La verificación del SAP podría ser utilizada como argumento para solicitar el retiro de la custodia de los niños al progenitor que constituye una mala influencia (más frecuentemente la madre) y su otorgamiento al padre. Ello es muy complicado y poco probable en un país y en un sistema judicial como el ecuatoriano, en el que las mujeres son víctimas y los hombres son culpables a priori hasta que no se demuestre lo contrario. Un país en el que –además– muchos clínicos “psi” que se creen científicos conducen su práctica bajo el principio de que “si no está en el DSM-5, entonces no existe”.

Si el SAP existe, su diagnóstico demanda un proceso clínico muy fino y una actualización de nuestro sistema judicial a esta realidad. En tanto, su existencia denuncia la crisis en la civilización occidental de la inscripción y la eficacia del Nombre-del-Padre, es decir, de la función paterna como representante de la ley ante los hijos. Una crisis importante, considerando que la función de la madre incluye darle un lugar a la función paterna frente a los hijos o actuar en su lugar en ausencia de un Padre. Una función que algunas madres no cumplen o bloquean y en la que algunos papás fallan.

(O)