El debate sobre la diferencia laboral entre géneros sigue y, recientemente, ha sido noticia que países como Islandia y Alemania han adoptado medidas para garantizar que las empresas paguen los mismos salarios a hombres y mujeres en empleos de la misma categoría, así como permitir que las mujeres conozcan el sueldo medio de sus compañeros varones que desempeñen el mismo puesto.

Sin lugar a dudas, estas medidas son útiles para reducir la brecha salarial que existe. No obstante, creo que es importante reconocer un elemento que parece “escondido” y que, para mí, es el que tiene mayor relevancia: la garantía de igualdad de salarios es para empleos de igual categoría.

Si partimos de que solo pagarán igual a mujeres que desempeñan el mismo puesto que los hombres, no vamos a conseguir la igualdad que todos deseamos, porque la realidad demuestra que los hombres y mujeres desempeñan diferentes ocupaciones, las cuales tienen considerables diferencias cuando se trata de remuneración.

Un reciente estudio de The Economist demuestra que en países como Alemania, Francia, Inglaterra (yo incluyo a Ecuador), los cargos ejecutivos y de gerencia son desempeñados en más del 80% por hombres. Por otra parte, en Estados Unidos los datos reflejan que las mujeres ocupan más del 80% de los puestos en enfermería, cuidado médico, secretarías o profesorado de escuelas y colegios.

Además, otro factor de estudio es la maternidad. En este aspecto, quiero mencionar que la legislación en muchos países, incluido el nuestro, es buena frente a la mujer trabajadora, pues se protege su situación laboral desde que concibe a su hijo hasta que el menor cumple con cierto tiempo de vida. No obstante, el mismo estudio señala que muchas mujeres deciden reducir sus horas de trabajo o cambiarlos por otros menos demandantes, a fin de cuidar a su hijo y familia. En el Reino Unido, un 70% de mujeres toma esta decisión frente a un 11% de hombres. En Australia, es el 56% de mujeres contra el 19% de hombres y en Francia el 55% frente al 13%.

No sé si algún día los ingresos de las mujeres sean iguales o superiores a los de los hombres, pero estoy seguro de que, al analizar la diferencia de salarios, el género no debería ser un problema, pues debe tenerse en cuenta el tipo de la ocupación, la educación, así como la posición y el tiempo en la empresa para evidenciar si se limita el crecimiento de algún empleado.

Finalmente, otro elemento que nos ayuda a tener claro porque hombres y mujeres no están en empleos de la misma categoría es por la elección de carreras profesionales. La Universidad de Georgetown en EE.UU. hizo un listado de las carreras universitarias mejor y peor pagadas, identificando el porcentaje de hombres y mujeres involucrados en tales carreras. Los resultados identifican que las mujeres apenas lideran una de las cinco carreras mejor pagadas, mientras que dominan cuatro de las carreras peor pagadas.

Con la información empírica, creo que podemos afirmar que no se trata de que las mujeres ganan menos por hacer el mismo trabajo, sino porque están en distintos trabajos que son menos remunerados. Esto me hace opinar que no estamos frente a una injusticia o discriminación sistemática hacia la mujer, sino ante un problema social.

Pienso que seguimos frente a sociedades machistas con fuertes estereotipos sexistas que inclinan a los hombres hacia algunas ocupaciones y a las mujeres hacia otras. Esto está mal y todos debemos de cambiarlo, pues es indudable que la ambición, inteligencia y capacidad de una mujer es igual a la de un hombre.

Influyan o no (estas equivocadas concepciones sociales) sobre las preferencias vocacionales de las personas, creo que debemos entender, respetar y valorar que las mujeres y los hombres andan en caminos distintos para encontrar la felicidad y la realización personal y, por ello, dedican en distintos espacios y periodos su vida laboral.

No sé si algún día los ingresos de las mujeres sean iguales o superiores a los de los hombres pero estoy seguro de que, al analizar la diferencia de salarios, el género no debería ser un problema, pues debe tenerse en cuenta el tipo de la ocupación, la educación, así como la posición y el tiempo en la empresa para evidenciar si se limita el crecimiento de algún empleado. Las nuevas leyes solo servirán cuando se demuestren diferencias en estos aspectos entre un hombre y una mujer.

Enseñemos a los niños y niñas que no existen diferentes oficios entre hombres y mujeres. Que la inteligencia y capacidad la tenemos todos. Que nadie debe de criticar o burlarse cuando un hombre “hace un trabajo mujer” o viceversa, porque simplemente eso no existe. Que el trabajo es para servir a la sociedad y ser felices. (O)