Las medidas económicas presentadas el 11 de octubre no conforman un “programa macroeconómico, integral y gradual” para afrontar el triple desafío que enfrenta el país, situación fiscal no viable, bajo crecimiento y sector externo poco competitivo.

Según las proyecciones de varios organismos internacionales (Banco Mundial, Cepal, FMI) y el propio BCE, el crecimiento del PIB para el 2017 estará entre 0,2% y 0,8%. Lo que significa una contracción económica en términos reales, ya que el crecimiento de la población será de alrededor de 1,6%, asunto que da cuenta de que los ecuatorianos nos estamos empobreciendo.

Lo dicho toma fuerza con la información entregada recientemente por el INEC acerca del mercado laboral, donde lo más destacable es el hecho de que el “empleo inadecuado”, de mala calidad, se ubicó en 55,3% a septiembre de 2017, representando el mayor porcentaje de la PEA.

Un crecimiento económico pobre en términos reales, como el que nos han planteado las autoridades, además de no ser sostenible, no es bueno para la mayoría de ecuatorianos. Más aún cuando el presidente de la República ha caracterizado al endeudamiento como ineficiente, utilizado en 640 obras con fallas, inconclusas, con sobreprecios, aeropuertos sin funcionar, refinerías mal hechas o abandonadas, aerolínea estatal con déficit financiero, medios públicos con grandes pérdidas, entre otros.

Si comparamos al Estado con un microempresario/a que administra su negocio o una madre o padre de familia que gerencia su hogar y adquiere deuda ineficiente:

(I) Estaría posponiendo la solución de sus problemas económicos. Incrementando su deuda a corto plazo, a tasas de interés altas, para solventar un gasto excesivo (fiestas, viajes, empleados no productivos, etc.); sin contar con un volumen de ingresos suficientes, para el 2018 y años subsiguientes, que le permitan pagar el capital más los intereses de las deudas contratadas; sin sacrificar los gastos en educación y salud que requieren los miembros de la familia.

(II) Los microempresarios/as y gerentes del hogar conocen que tener altos niveles de deuda dificulta que las instituciones financieras les presten, ya que ellos deben cuidar los ahorros de socios y depositantes. Deben hacer un programa de gestión de deuda. Cosa parecida aplica al Estado de un país.

(III) El peligro es caer en un círculo vicioso, que debe ser corregido, con una visión de país, buscando la mejor solución técnica sin prejuicios.

Priorizar el tema político durante los primeros meses de la administración del presidente Moreno resultaba necesario para dar paso a la gobernabilidad.

Pero no puede dilatarse más la concreción de un “programa económico” hecho en Ecuador y elaborado conforme a sus necesidades, técnico y creíble, enfocado en el empleo de calidad, vía estímulos y reducción de costos a la actividad privada y economía popular y solidaria, para que compensen la necesaria corrección fiscal; partiendo de un diagnóstico transparente de los desequilibrios, deficiente productividad y falta de competitividad; con el apoyo de los organismos multilaterales que mejore las condiciones de financiamiento.

Pues si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados. Eso no queremos, deseamos trabajo digno y empleo de calidad. (O)