“Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”, afirmaba en campaña.

Su fijación con los mexicanos, su interés por levantar el muro para evitar que lleguen a Estados Unidos.

“México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crimen, que son violadores”.

El multimillonario ha conjugado arrogancia, ignorancia, racismo y machismo en la mayoría de sus intervenciones.

Algunos dicen que su cabeza no anda bien.

A Donald Trump lo quieren declarar incapacitado mental. Una asociación conformada por psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud asegura que el presidente de los Estados Unidos constituye “un peligro para su nación y el mundo”.

Cuando escucho ese término, incapacitado mental, es imposible no traer a mi mente a Bucaram padre. Elegido presidente por los roldosistas y destituido por los congresistas (todos psico-locos). Acorralado por una tensa huelga general contra el plan de ajuste y el reclamo opositor lo sacaron bajo la figura de “incapacidad mental para gobernar”.

Según argumentan los expertos, los discursos y acciones del magnate demuestran su “imposibilidad de aceptar puntos de vista distintos a los suyos”.

En Estados Unidos, el grupo Duty to Warn advierte que el republicano padece, además, “un severo y maligno narcisismo”, por lo que invocan la vigésima quinta enmienda a la Constitución de la Unión Americana, artículo que contempla la remoción por incapacidad.

Según argumentan los expertos, los discursos y acciones del magnate demuestran su “imposibilidad de aceptar puntos de vista distintos a los suyos”. Explican que esa intolerancia lo conduce a “distorsionar la realidad para adaptarla a su estado psicológico”. Me pregunto: ¿A cuántos otros presidentes podrían haber mandado a su casa por menos?

Han sido nueve meses desde que llegó a la Casa Blanca, es difícil no coincidir con los que piensan que Trump con sus provocaciones podría estar llevando al país a una guerra nuclear, estar obstruyendo la labor del FBI y amenazando con no renovar licencias a los medios con los que no simpatiza.

Los que fomentan su evaluación mental quieren crear una comisión supervisora y que el Congreso decida iniciar un impeachment y devolverlo a la torre Trump junto con su amada Melania. Esto sería sacar del poder al que ganó. El uno es el “loco que ama” y este sería un “loco que odia”.

Trump me recuerda a los Bucaram, cuando al estilo de Elsita –la gran alcaldesa de Guayaquil que lanzó juguetes a los pobres– aventó toallas de papel a los damnificados en Puerto Rico. (O)