Aprobado está el informe para segundo debate del proyecto de Código de Comercio, ley con la que se pretende dejar fuera de vigencia a la última codificación del Código de Comercio ecuatoriano que data de la década de los 60.
En tono de broma, sorprende que a estas alturas el nombre del código no haya mutado a código “orgánico” de comercio, conocido el fetiche que tienen legisladores, con dicho adjetivo. En tono más serio, sorprende su exposición de motivos. Esta expresa que el proyecto de Código de Comercio para Ecuador tiene como inspiración el nuevo Código Mercantil de España. Es curioso, pues tal código español ha sido sujeto a las más duras críticas por lo inoportuno que es. Actualmente Europa como América están siguiendo las tendencias más modernas en cuanto a derecho privado: el rechazo a la existencia concurrente de códigos civiles y códigos de comercio. En efecto, la idea de códigos de comercio “modernos” que pretenden España y Ecuador, carece de precedentes en el ámbito internacional. Países como Suiza (1881), Italia (1942), Perú (1984), Quebec (1991), Holanda (1992), Rusia (1994), Alemania (2002), Brasil (2002), Rumania (2009), y Hungría (2013) han optado por la unificación de su derecho privado, y abandonando tan innecesaria y artificiosa duplicación de leyes que perjudica el ejercicio sencillo y rápido de la justicia. No cabe lugar a dudas de que en la madre patria y Ecuador, legisladores tienen criterio claramente atrasado, prefieren dar dos pasos atrás y quedarse con sus códigos mercantiles, aquellas antigüedades dignas de ser objeto de museo. Nuestro país, propongo, tiene que seguir el ejemplo de Argentina que en el 2015 tras un largo proceso, dejó de lado sus antiquísimos código civil y código de comercio (ambos compuestos por el ilustre jurista don Dalmacio Vélez-Sarsfield), y se atrevió a entrar al siglo XXI con un código unificado denominado civil y comercial. Un nuevo código de comercio sería un despropósito, un atraso en el derecho patrio, uno que nuestro país no debe seguir.(O)
Gabriel Andrés Reina Vanegas, abogado, Guayaquil