Hace más de tres años que no había subido las escalinatas del barrio Las Peñas de Guayaquil. Quise volver a hacerlo junto con mi familia, que no había ido anteriormente, así que serví de guía turística. Lamentablemente lo que encontré no es lo que yo recordaba.
La escalera que une el malecón con el famoso barrio Las Peñas, que es angosta y da acceso a la calle Numa Pompilio Llona hacia la derecha, y al Fortín de la Planchada a la izquierda, estaba atestada de vendedores informales que dificultaban el ascenso; basura, gente comiendo y tirando desperdicios. Inadmisible.
Con dificultad avanzamos hacia las escalinatas, me dispuse a contarles cuántos escalones eran e indicarles dónde estaban ubicados los números, pero, ¡oh sorpresa!, en muchos escalones no había números. Seguimos el ascenso pasando el escalón 100, un charco nos detuvo. Un poco más arriba, alguna fuga de agua dejaba su estela húmeda y lodo en los escalones. Armándome de paciencia seguimos subiendo, diciéndoles que más arriba había un desvío que permitía ver desde otro ángulo la ciudad y donde hay otra escalera que conecta con la calle Numa Pompilio, donde queríamos tomar fotos. Misión imposible. En ese estrecho callejón desde una de las casas salía música estridente y muchas personas bebían y gritaban. No pudimos pasar. Le pregunté a un guardia que estaba en la esquina enviando mensajes desde su teléfono celular, si eso era permitido, y simplemente sonrió dándome la espalda. En el trayecto encontramos basura, gente bajando por el lado del ascenso, niños corriendo que empujaban sin control; personas ofrecían sus productos cual mercadillo. ¿Los guardias?, bien, gracias. Luego de disfrutar por fin del paisaje y entrar en la pequeña capilla, empezamos a bajar. Le pregunté a un guardia si había personas que hicieran limpieza y dijo que no sabía. Unos escalones más abajo, un señor con uniforme de empresa de limpieza recogía la basura, en unos escalones sí, en otros no; sin complicarse demasiado. No sé qué vimos más, si la vista de mi Guayaquil amada o las imágenes de descuido, de desaseo.(O)
Diana Gutiérrez, licenciada, Guayaquil