Cuando el adolescente hijo de Rocío le contó que había muerto el abuelo de su mejor amigo, ella le ordenó: Tienes que darle el pésame. Mamiiii, yo no sé de esas cosas se quejó él, pero a tanta insistencia accedió a llamarlo por teléfono. Rocío casi muere cuando oyó esta conversación: Hola, pana, ¿qué más? Oye, ¡qué al huevo lo de tu abuelo! Chuta, papelón morirse en viernes.

Mi centenaria madre cometió el papelón de morirse en domingo. Con anticipación averigüé sobre los trámites mortuorios. No fue fácil hacerme entender porque mi familia y yo nos saltamos los velatorios, las pompas fúnebres y la misa de cuerpo presente; sin embargo, lo logré, y finalmente entendí que únicamente necesitaba el certificado de defunción llenado en la forma INEN por el médico de cabecera y originales y fotocopia de las cédulas de ella y de quienes autorizábamos la cremación. Me sorprendió la amabilidad y eficiencia del personal de la funeraria autorizada por el IESS.

El domingo, como era de esperarse, el médico de cabecera, como todo galeno moderno, no atendió el teléfono ni el WhatsApp ni el mensaje de texto. Entonces llamé a la funeraria y me dijeron que debía conseguir el formulario y el médico, porque “no dan nomás”. Médicos a mi alrededor sobran, pero ya no sirven los certificados que se otorgaban en una hoja de recetario, ahora somos computarizados, burocratizados y apendejados.

Como estaba advertido, ningún hospital o clínica pública o privada entregan el formulario INEC. Volví a llamar a la funeraria para preguntar qué otra opción había y sentí toda la ira e indignación cuando me dijeron que “no dan nomás”, pero que hay una persona que puede conseguir, que lo único malo es que hay que pagar. ¡No, me niego!, respondí furiosa y cerré el teléfono. Luego de varios minutos de putear y maldecir y vociferar, llamé de nuevo y acepté pagar.

Mientras me dirigí a perpetrar el segundo acto corrupto de mi vida (algún día les contaré el primero, el que me alejó de la abogacía para siempre), recibí otra llamada: Vea, mija, con una novedad, por ser domingo tiene que pagar más.

Tan pronto entré a retirar el formulario vi la enorme pancarta en la que dice claramente: Los servicios exequiales para los afiliados del IESS son gratuitos, resaltando la condición de gratuidad en letras amarillas. Me percaté de que también en el formulario se repite en mayúsculas la información de que nadie, por ninguna circunstancia, deberá pagar por el formulario gratuito, pero claro, ¡qué papelón morirse en domingo!

Al entregar el dinero le hice saber a esta gente mi malestar, intenté en vano dar una clase magistral de moral y cívica cuando escuché: Pero no es su obligación, señito, nosotros lo hacemos por ayudarle nomás. Con los sentimientos y el estómago revueltos me alejé pensando ¡cómo nos ha ayudado tanto sátrapa!

Solo pienso que luego de 100 años, 8 meses y 1 día de una buena vida, mi mama descansa en paz. (O)