Hola, soy una simple joven de 20 años. No soy ni feminista ni machista, respeto la igualdad de género.
No creo que la mujer debe ser victimizada o al menos esa no es mi intención al escribir esta carta.
Decidí escribir esto porque sé que muchas mujeres se sentirán identificadas conmigo, estoy cansada de no poder caminar segura y tranquila por las calles de la ciudad. Aclaro que no es por mi forma de vestir. Aunque use jeans, shorts, faldas, vestidos largos, o pantalones anchos; los comentarios obscenos y vulgares siempre abundan. Los “piropos” desagradables siempre se hacen escuchar, y es algo que no me hace sentir orgullosa o halagada; más bien me llenan de coraje, pero a la vez de mucha impotencia.
No entiendo por qué muchos hombres tienen la manía de expresar su deseo sexual o atracción al sexo opuesto mediante gritos obscenos, silbidos; tirar besos o hasta miradas perturbadoras a las mujeres.
No entiendo por qué aun cuando salgo con mi abuela, mis amigas o mi madre, estos comentarios nos persiguen a las damas. Sin embargo, cuando salgo con mi padre estos comentarios disminuyen casi que al cien por ciento. Es decir, ¿tengo que salir con un hombre para sentirme segura?
¿Por qué la mujer no es lo suficientemente respetada y valorada? ¿Por qué en el siglo XXI debo salir acompañada de un hombre para caminar tranquila por las calles de Guayaquil? ¿Por qué en las calles hombres dicen “piropos” vulgares a las mujeres?(O)
Nikol Carolina Navarrete Gutiérrez, 20 años, universitaria; Guayaquil