El presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció, en un discurso ante los legisladores electos en el mes de febrero, que el organismo que preside plantearía reformas al Código de la Democracia para limitar la difusión de resultados de encuestas electorales, de tal manera que “en adelante no puedan darse cifras si no las da primero el CNE, caso contrario se genera especulación”.

Al referirse al tema de las encuestas surgieron las palabras incertidumbre y especulación; sin embargo, los ciudadanos necesitan información pronta, y esperar todo el tiempo que el CNE requiere para dar los datos oficiales se presta para toda clase de especulaciones.

En la primera vuelta electoral, Alianza PAIS celebró el triunfo al conocer por una encuesta que su candidato había obtenido el 42,5% de los votos. En la segunda sucedió lo mismo con la alianza SUMA-CREO; no se entiende por qué no se tomaron medidas contra la encuestadora en el primer caso y sí en el segundo.

El mal no está en las encuestadoras, que si son calificadas por la autoridad electoral se supone que son serias y confiables con el margen de error propio de su tarea. Habría que buscarlo en una revisión sincera de los hechos de toda la campaña y de los escrutinios. (O)