La corrupción, al trastocar los valores éticos y morales ha permitido que la ciudadanía, es decir, los miembros activos de un Estado, confundan lo que es correcto con lo incorrecto. Se ha creado la “cultura” de la “tolerancia”.

Es lamentable que el pueblo de a pie admire la viveza por más inmoral que sea la situación y termine aplaudiéndola y tildándola de inteligente e iluminada; en lugar de repudiarla.

Inclusive, políticamente incorrecto, se dice que no importa que roben con tal de que funcionarios hagan obras abundantes.

Y si a esto sumamos que en vez de dar trabajos dignificantes, entregan mensualmente un bono a más de un millón de ciudadanos; es decir, al 30% de sufragantes. La descomposición social está ratificada. Que no se engañen con la “victoria” de primera vuelta, equivale a derrota, pues debido a la actuación del control del sufragio, ha sido cuestionado y dejado desconfianza. (O)

Julio César Ubilla Abad,
Arquitecto, Guayaquil