Se necesita sabiduría, según la Biblia, con el objeto de detectar y corregir la corrupción. Dios y su amado Hijo Jesucristo nos instruyen a través de su Ley o Palabra –estipulada en la Biblia– para discernir y poder tomar lo bueno y desechar lo malo:

“Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4: 12). “Así... no puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos...; por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7: 17 al 20).

“Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, todos sus servidores serán impíos” (Proverbios 29: 12). “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas, en la multitud de consejeros, hay seguridad” (Proverbios 11: 14). “Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión; mas los justos verán la ruina de ellos” (Proverbios 29: 16). “El que ama la instrucción ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es ignorante” (Proverbios 12: 1).

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía sino de poder, de amor... Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí..., sino participa de las aflicciones por el Evangelio según el poder de Dios” (2 Timoteo 1: 7 - 8).

“Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libre, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervo de Dios” (1 Pedro 2: 15 - 16).

“La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es afrenta de las naciones”. (O)

Carlos Aügusto Cárdenas Estrella, abogado, Guayaquil