El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumpliendo una de sus promesas de campaña, firmó una orden ejecutiva que autoriza la construcción de un muro que tendría 3.000 kilómetros de largo entre su país y México.

Aunque Trump espera que sea una barrera infranqueable, los antecedentes permiten pensar que los migrantes buscarán pasos más remotos y arriesgados, aunque más peligrosos. Para los traficantes de drogas no será difícil evadir todos los controles, porque ellos cuentan con múltiples facilidades que les permitirán seguir haciéndolo. El intercambio comercial se verá afectado y el medio ambiente sufrirá graves consecuencias durante la construcción.

Trump ha dicho que cumplirá la palabra respecto a que México pagará el costo de la obra y que es posible que para lograrlo se graven en un 20% las importaciones de ese país, lo cual sería una violación al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta).

En cualquier caso, el hecho no solo provocará resquebrajamiento en las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, sino que repercutirá en la economía y en el destino de las migraciones dentro del continente, con sus inevitables consecuencias. (O)