Qué pena que ni el terremoto del 16 de abril de 2016 no pudo unir a los políticos del país, sus posiciones ideológicas se los impide.
Todo lo contrario demostró el pueblo que en forma espontánea se unió solidariamente, ni qué decir de la solidaridad internacional, y con todos los donativos más los recursos que se logren por préstamos e impuestos; la recuperación de los damnificados será más rápida y mejor si se hace planificadamente y con transparencia. Cómo se añora aquellos momentos de bonanza económica en los que un gobernante de turno sacaba a relucir que había hecho más obra que todos los gobiernos anteriores, que había incrementado sueldos a policías, militares, maestros, etcétera; mostrando con orgullo tener uno de los mejores sueldos básicos de la región y ordenando a un ministro suyo, que los dineros donados por organismos internacionales los devuelva doblados, ante cualquier pedido de cuentas porque hoy en el país sobra dinero, soberanía y dignidad. Se olvidaba que gobernantes anteriores también pasaron por crisis, recordemos algunas: 1981, guerra con Perú, conocida como de Paquisha, la vivió Jaime Roldós; 1987, un terremoto destruyó el oleoducto, en seis meses no hubo petróleo, hubo pérdidas económicas, muertos, en el periodo de León Febres-Cordero; 1995, hubo guerra con el Perú conocida como la del Cenepa, inundación de La Josefina; 1996, terremoto en Pujilí, en el periodo de Sixto Durán-Ballén; 1998, hubo terremoto en Bahía de Caráquez y el fenómeno El Niño destruyó casi toda la Costa ecuatoriana, le tocó vivirlo en un corto gobierno interino a Fabián Alarcón... Cierta persona era la llamada a liderar la unidad de los ecuatorianos sin descalificar a nadie; pero el socialismo con el cual pretende acaparar, justificar y controlar, se lo impide. ¡Dios nos proteja!(O)
Nehru Stalin Velasteguí Quinayas, doctor en Jurisprudencia, Quito