El título del primer editorial de EL UNIVERSO, publicado el viernes 16 de septiembre de 1921, fue 'En la brecha'. Es decir, “luchando” por el interés nacional.

Desde entonces, ese ha sido el programa de trabajo del diario que parte del convencimiento de que “hoy como ayer, la prensa debe ser vehículo de sinceridad y justicia”.

El Ecuador de hoy es distinto del de 1921. La forma de comunicarse con otras ciudades ha cambiado sustancialmente. Allí donde llegaba el diario en pequeñas avionetas, desde las cuales se tiraban los paquetes de periódicos que los canillitas esperaban impacientes, ahora hay carreteras y, más que eso, hay formas digitales de llegar con la noticia, la reflexión y el entretenimiento. Pero no ha cambiado la necesidad ciudadana de recibir información y de elegir el medio por el cual desean conocerla, es uno de sus derechos y exige de los medios un trabajo diario oportuno y completo y una actualización permanente no solo del personal periodístico sino también del personal de apoyo.

Las relaciones de la prensa con el poder, sin renunciar a su independencia y al esfuerzo de trabajar con la mayor honestidad intelectual, nunca han sido fáciles, lo podemos decir con la experiencia de 95 años, pero nunca antes tuvimos una ley ambigua y punitiva que expusiera nuestro trabajo al criterio de funcionarios que, sin entender bien el oficio, se convierten en jueces. Sin embargo, hemos seguido con nuestra tarea, apegados a nuestro Código de Ética y a nuestro Manual de Estilo y, como al principio, “esterilizados de odios, de toda mala intención, de todo error intencional” .

En 95 años hemos sido testigos de muchos hechos del país y del mundo. Nos tocó la noticia diaria de la Segunda Guerra Mundial, pero también ofrecer información sobre la llegada del hombre a la Luna. En nuestras páginas se reportaron todos los vaivenes políticos de estos años y las crisis económicas que se repiten. Hemos reflejado los triunfos de los políticos y la pérdida del favor popular; el ascenso de artistas que a veces se marean con los aplausos y su desaparición de los escenarios. Los avances tecnológicos y la pobreza que se mantiene. El desarrollo empresarial y los obstáculos que encuentran en el camino. En otras palabras, hemos reportado la vida. Y hoy, como hace 95 años, lo hacemos con profundo respeto a la fidelidad de los hechos, a la dignidad de las personas y a los derechos humanos, porque trabajamos para una sociedad que cree en nosotros. Por ello, mil gracias. (O)