A los problemas conocidos por los que atraviesa Venezuela: falta aguda de alimentos, de medicinas y prácticamente de todo, se agrega ahora la escasez de materia prima para construir ataúdes, pues como dice muy gráficamente un diario, “morir en Venezuela puede ser un calvario para los familiares del muerto”.

Ese país de inmensa riqueza petrolera, dirigido políticamente durante muchos años por un líder demagogo y populista, cercano a la alienación, y luego por otro falto de experiencia y de conocimientos, muestra con rabia y pena que más de la mitad de su población vive en la pobreza, con un nivel de violencia que causó durante el año anterior la cifra escalofriante de 28.000 homicidios.

Me preguntan por qué es importante resaltar estos hechos que no están sucediendo hoy y ahora en el Ecuador, y la respuesta es fácil: precisamente en el actual periodo preelectoral es necesario que el votante medite en la necesidad imprescindible de que en el 2017 el país no elija a un gobernante que pueda conducir a la nación a un despeñadero como aquel en que se encuentran nuestros parientes bolivarianos del Orinoco.

Con una situación así, en una nación con esas carencias y dificultades, no es sorprendente enterarse de que un pequeño empresario, en Barquisimeto, a falta de madera o por su alto costo cuando la consigue, haya llegado a diseñar un ataúd de cartón, con insumos reciclados, que reemplazaría al de latón, la materia prima que para esos menesteres sustituyó forzosamente a la madera, pero que en estos días también es de difícil consecución porque su importación, la del latón, ha disminuido por la ausencia de divisas. De la madera al latón y del latón al cartón reciclado; se ha llegado a ese extremo de vergüenza política y de sufrimiento ciudadano.

Por cosas tan tremendas como esta, la utilización de cartones como materia prima para construir un cofre mortuorio porque la economía está por los suelos –sin ningún matiz peyorativo–, es que los ciudadanos opuestos al desastroso régimen de Maduro han convocado a una gran marcha el próximo 1 de septiembre, “una de las movilizaciones más grandes de la historia”, según sus organizadores, para demostrar al mundo el tamaño de la molestia que hay en el país, la angustia profunda por el rumbo de Venezuela que grafica el padecimiento de su gente, y que no escapa al conocimiento de dirigentes de ámbitos tan diferentes como el alemán Martin Schultz, presidente del Parlamento Europeo, y Luis Almagro, secretario general de la OEA, cuyas declaraciones de esta semana coinciden sobre la gravedad del tema.

En el Ecuador, los políticos inmersos en las precampañas presidenciales para la crucial elección de febrero de 2017 no deben olvidar el mensaje que envía la situación venezolana a un país como el nuestro que necesita reflotar su economía, crear empleo y blindar el sistema de respeto a los derechos humanos; y también los ciudadanos deben tener conciencia de que la próxima no será una elección más sino una decisión vital para su futuro.

En proceso están acuerdos políticos de diferentes agrupaciones que no acaban de consolidarse porque, dicen, hay principios que no se pueden vulnerar, y si en verdad no se respetan cosas básicas no será posible que logren una unión verdadera, cualquiera de los movimientos o partidos que quieren agruparse, pues si ceden principios para mantener la unión, terminarán perdiendo los principios y también la unión. (O)