Los temas de política local interesan mucho a la gente, lógico, le afectan en forma directa y cotidiana. Lo comprobé otra vez con la publicación de mi artículo sobre la “solución vial” Plaza Argentina de Quito, pues a través de las redes sociales y de correos recibí una inusitada cantidad de comunicaciones opinando sobre la cuestión. Hubo de todo, los que no entendieron, los que coincidían y los que discrepaban. Entre estos últimos estuvieron un urbanista, un ingeniero civil y un geólogo, que me convocaron a sendas conversaciones. Son personas a quienes desde hace décadas aprendí a respetar como seres humanos y como profesionales. De la manera más cordial me expusieron razones y datos que evidentemente deben considerarse.

Sí hay otras propuestas más baratas, con perspectivas más inteligentes y globales. Son modelos serios, nada que ver con delirios jipis o fantasías progres. Lo que actualmente se pretende llevar adelante estará operativo en el mejor de los casos en tres años, de manera que si los usuarios queríamos una rápida solución del problema del atasco en el túnel Guayasamín, podemos esperar sentados. La obra se contrató utilizando puertas abiertas por una de las peores leyes del correísmo, que permite contratos a dedo, sin evaluaciones rigurosas y con resquicios para las “habilidades”. ¡Y se lo hizo con una cuestionada empresa china! ¿Es que después de esta década perdida las cosas no cambiarán? ¿Es que no nos sacudiremos de los chinos nunca? Y está el caso del barrio Bolaños, asentado en una zona de riesgo sísmico, sí, pero por esta misma razón, ¿es conveniente edificar allí una megaobra? Además, los derechos de propiedad son sagrados, el dueño de un inmueble puede ser advertido de los peligros a los que está expuesto, pero nadie tiene derecho a desalojarlo a la brava “por su bien”.

En cambio, no termino de entender la posición de la alcaldía. Hablan de conversaciones para “enriquecer el proyecto”, pero en el primer intento de diálogo la reacción es el insolente gesto de apilar cajas que dizque contienen toda la documentación sobre la obra: “aquí está, si les interesa busquen”. Así no vamos a ninguna parte. La vicealcaldesa Daniela Chacón, uno de los mejores cuadros del movimiento Suma, de los pocos políticos activos del país con ideas claras, toma distancia de la propuesta y se queja de lo que hace dos semanas llamé afablemente “mala socialización”, que otros califican de falta de transparencia. Y así fue, un día amanecimos con la maquinaria en marcha sin que se haya consultado a nadie. En este país con pocas expectativas, un joven inteligente con planes y pensamiento modernos, como el alcalde Mauricio Rodas, merecía apoyo y parecía tener una prometedora proyección ulterior. Pero me deja confuso este aferrarse a un boceto impugnado, dando pie a que aquellos que ahogaron la ciudad en anteriores administraciones quieran ahora aparecer de expertos y salvadores. Ajustar el rumbo, no aferrarse a los errores, es propio de los buenos políticos... y de los estadistas... y de los caballeros. (O)