El mejor ejemplo de aplicación de crédito al desarrollo del país fueron los programas de crédito del Banco del Pacífico durante las décadas de los 80 y 90 del siglo XX, creados con la visión de su principal ejecutivo, Marcel Laniado, persona con suficiente autoridad para diseñar programas acordes a las necesidades del país y su entorno internacional, por su formación y experiencia en los campos agrícola, comercial, industrial y financiero. Su autoridad en el campo agrícola tenía como fuente sus estudios en la Escuela Agrícola Panamericana de Honduras El Zamorano y su éxito dirigiendo la Hacienda Bananera Álamos S.A.; en los campos comercial e industrial había participado con su padre en actividades en Ancón (Santa Elena), Machala y Santa Rosa (El Oro), y en finanzas, cofundó y fue gerente general del Banco de Machala.

El éxito de los programas de crédito para desarrollo del Banco del Pacífico fue adaptarlos a las particularidades de cada sector en función de las necesidades de los ciclos productivos en sus etapas de inversión en infraestructura, desarrollo y puesta en marcha, producción, venta y cobro de cada actividad; definir políticas, procesos y procedimientos de crédito hechos a la medida, contratar a profesionales especializados en cada rama y darles la formación apropiada en concesión y administración de créditos. En el caso de las actividades agropecuarias y de construcción, contrató profesionales con experiencia en ellas, los formó como especialistas en otorgamiento y administración de crédito bancario, incluyendo el seguimiento y monitoreo del cumplimiento de los planes de negocio y ciclos productivos en que se sustentó la aprobación de cada facilidad crediticia. Decenas de miles de nuevas hectáreas de banano y camarón en Guayas, Los Ríos y El Oro, y una gran parte de la nueva infraestructura de edificaciones y urbanizaciones de la ciudad de Guayaquil en ese periodo lograron ser realidad bajo el respaldo de estos programas. Que todo crédito es un riesgo es una verdad de Perogrullo. Lo importante es saber evaluar apropiadamente los riesgos implícitos y tomar las medidas necesarias para mitigarlos. Ejemplo de ello es la contratación de seguros generales y seguros de crédito agrícola para cubrir eventualidades climatológicas, tectónicas y siniestros fuera del alcance de las predicciones existentes, especialmente en crédito de mediano y largo plazo.

En el corto plazo, la mejor receta para superar la recesión que nos aqueja es conseguir que el sector financiero público y la banca privada reinicien activa y dinámicamente el financiamiento de nuevos proyectos de mediano y largo plazo, necesidades de capital de trabajo de los sectores productivos y créditos para reestructuración de pasivos de las empresas afectadas por la recesión, continuar apoyando a la pequeña y mediana empresa y el crédito microempresarial, además de poner en vigencia programas enfocados a fortalecer la calidad y productividad agropecuaria para mantener la competitividad de nuestra producción exportable, estrategia imposible de acometer sin el apoyo de las entidades de crédito. En el largo plazo y en pos de sostenibilidad, dada la vocación agrícola de nuestras tierras y ubicación geográfica, la estrategia debería ser incrementar nuestra participación en el mercado de proveedores de productos alimenticios para el resto del mundo, por las oportunidades que nos presenta el exponencial crecimiento de la población y la cada vez mayor demanda mundial de alimentos. (O)