Un jugador de fútbol profesional no es el que simplemente patea una pelota; es el que sabe dominarla, gambetearla, hacerle el driblin, jugar en conjunto con sus compañeros de equipo, ocupar su espacio donde mejor se desempeña, jugar dentro del equipo sabiendo rematar el balón con los pies o la cabeza, lograr en cada partido ayudar a anotar para la mayor cantidad de goles en el arco del equipo contrario. Si un jugador tiene estas cualidades, debe perfeccionarlas en cada entrenamiento y debe saber las reglas del fútbol.
Un jugador también debe mantener un buen estado físico acompañado de una excelente alimentación para que su cuerpo esté sano; no tener malos vicios que le perjudiquen y bajen su rendimiento. Como profesional, trata cada vez de ser el mejor y dar una buena imagen como futbolista. Esta profesión es corta, pero bien lucrativa si se ponen los cinco sentidos y la inteligencia, terminará bien. Y cuando piense en el retiro, será reconocido dentro y fuera de su país y queda como buen ejemplo para las futuras generaciones de futbolistas profesionales. (O)
Julio Gonzalo Ávila Garzón, Guayaquill