El drama de diversos pueblos de la Tierra se expresa con palabras del salmo 42: “Un abismo llama a otro abismo. El abismo se profundiza, tomando en vano el nombre del pueblo. Los pueblos de la URSS son referentes del drama en siglos recientes:

El abismo en el que estaban colocados los campesinos y los obreros preparó la revolución soviética. Se imponía un cambio global. No se buscó la participación de los ciudadanos. Los dirigentes del partido y de Gobierno se atribuyeron el derecho de pensar y de decidir por todos.

La revolución colocó inicialmente a los ciudadanos en una situación materialmente mejor, a condición de que no piensen, no opinen, no reclamen. Como pensar y expresarse libremente es consustancial a la persona, hubo quienes defendieron estos derechos. Por defenderlos, fueron desterrados, llenaron cárceles, cementerios y fosas comunes. “En los archivos de Memorial hay datos de 2 millones 650 mil ‘represaliados’”. El notario Robert Conquest afirma que Lenin, Stalin, etcétera, asesinaron a 20 millones de individuos. ¡Hemos olvidado!

Los humanos tendemos no solo a olvidar, sino a tropezar con la misma piedra.

Se visualizará ese horrendo abismo de bestialidad, construyendo un monumento con esa inmensa cantidad de documentos. El abismo soviético ha sido y es seguido por nuevos abismos.

Nuevos sistemas totalitarios siguen limitando la libertad creadora y responsable con organismos centralizadores, limitadores, punitivos, dirigidos con poca inteligencia. Estos sistemas tienen éxito transitorio; más temprano que tarde se derrumban, dejando huellas no solo de destrucción, sino también de esterilidad. En Venezuela, la absorción de todos los poderes no ha logrado ocultar el abismo, abierto, concretizado en incapacidad y en evidente ineficacia. No se puede engañar indefinidamente con medias verdades, ni suplir la creatividad –que es tarea de todos– con subsidios.

La imagen del abismo soviético se reproduce más cercanamente en Cuba. La imagen de paraíso es borrada por la fuga de miles de cubanos, que afrontan grandes dificultades y angustias, para fugarse de ese “paraíso” hacia otro paraíso que sueñan en Estados Unidos, país de diverso color. Los abismos no dependen del color, como lo prueban los abismos en los países sometidos al Plan Cóndor: en Chile, Argentina y Uruguay torturaron, desterraron, mataron con diversas acciones del ingenio criminal; una de ellas, la apropiación de niños, huérfanos de sus padres aniquilados. Un jefe militar inteligente y humano impidió que Ecuador actuara según ese plan.

Razón y experiencia enseñan que toda violencia, también la institucionalizada, no se combate con violencia. La raíz de la violencia está en el egoísmo individual y grupal. La raíz de opresiones y de irresponsabilidades cambia con un cambio de mente. Razón, fe cristiana y corazón femenino –no la fuerza– han fundamentado e impulsado este cambio: las argentinas Damas de la Plaza de Mayo y las cubanas Damas de Blanco, cercanas a la mente y al corazón humanos, nos enseñan que todos en diversa profundidad hemos cavado estos abismos. Nos dicen con su vida que limitarse a buscar culpables es signo de frustración. Responsabilizarse es el primer paso hacia la solución. (O)