La edad adulta tardía comienza a partir de los 65 años, en la que el organismo empieza a sentir un declive gradual de su funcionamiento en los sistemas corporales. En la actualidad, el 8% de la población mundial tiene más de 65 años y se espera que en 20 años este porcentaje aumente el 20%, por lo que bordearían alrededor de los 80 años como adultos mayores, con una edad más avanzada.

Actualmente, la mayoría de ellos presentan una vida activa, trabajan, practican deportes, viajan, estudian, entre otras actividades, cuidándose en la alimentación, higiene y la salud; algunos se han acogido a la jubilación y pensión, lo que les permite un ingreso monetario si es que no desean trabajar más. Sin embargo, son preocupados por la aparición de enfermedades crónicas y degenerativas, como el alzhéimer, osteoporosis, artrosis y cataratas, entre otras.

En medicina, la geriatría es la rama de la prevención y rehabilitación, y la gerontología estudia los aspectos psicológicos, sociales, económicos y demográficos que atañen a este tipo poblacional. El promedio de los ganadores del Premio Nobel, entre 1901 y 2014, que han recibido por sus logros y reconocimientos científicos ha sido a partir de la edad adulta. La edad de los laureados en economía al momento de recibir el galardón es de 67 años, lo que muestra que nunca es tarde para alcanzar metas o logros creativos, de conocimiento o descubrir nuevos esquemas del saber aunque se tengan 60, 70 o más.

Diversos especialistas indican que las personas con más de 60 años, debido a sus conocimientos y experiencia, pueden aportar más de 15 años más de vida laboral. Países desarrollados, como Suecia y Alemania, tienen 63% de adulto mayor como población productiva y ajustan sus beneficios para mantener la solvencia en sus sistemas. La tendencia actual en Japón, Europa y Estados Unidos es contratar trabajadores mayores de 50 años debido a la experiencia laboral, lo cual les genera bajo costo en la capacitación, más disposición de conservar su empleo y cae la rotación.

En el Ecuador, el Gobierno actual, mediante las leyes orgánicas con sus reglamentos, dispuso la desvinculación de los servidores públicos que acepten la compensación económica con bonos de Estado como pago de jubilación voluntaria anticipada a quienes tengan 60 años o más con 30 años de imposición en el IESS. Otra separación de sus cargos, por la aplicación del Decreto Nº 813, fue a través de la renuncia obligatoria con indemnización. Más de 3.500 trabajadores del sector público cuyas edades fluctuaban entre 45 y 65 años con más de 15 años de permanencia institucional se les notificó en estos últimos años, sorpresivamente y con resguardo policial, en los ministerios de Salud, Relaciones Laborales, Recursos no Renovables, de Justicia y de Desarrollo Urbano y Vivienda, Banco Ecuatoriano de la Vivienda y hospitales estatales, entre otros.

Los despidos masivos normalmente no funcionan, manifiestan los profesores James Guthrie, de la Universidad de Kansas, y Deppak Datta, de la Universidad de Texas, que concluyeron que las empresas promedio no se beneficiaron ya que no aumentaron su producción, más bien fue negativa por el tiempo del conocimiento y experiencia del nuevo personal. Muchas empresas públicas del Ecuador han bajado su rendimiento y productividad por esta medida, en especial las entidades públicas técnicas y científicas. Una solución sería incorporar al adulto mayor de gran trayectoria en conocimiento y experiencia en un trabajo flexible, lo que ayudaría a contribuir a la economía del país sin sacrificar su balance entre vida personal y profesional. (O)