Invito a un ejercicio semántico sobre la sensatez, que está definida en el Diccionario de la lengua española como cualidad de sensato.

A su vez, llama sensato al prudente, cuerdo, de buen juicio.

Prudente es el que tiene prudencia y actúa con moderación y cautela.

Prudencia es templanza, cautela, moderación, sensatez, buen juicio, una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguir o huir de ello.

Distinguir es conocer la diferencia que hay de unas cosas a otras, hacer que algo se diferencie de otra cosa por medio de una particularidad, señal, divisa. Caracterizar a algo o a alguien. Manifestar, declarar la diferencia que hay entre una cosa y otra con la cual se puede confundir, dignidad, prerrogativa, etcétera. Descollar, sobresalir, entre otros.

Cuerdo es el que está en su juicio, prudente, que reflexiona antes de determinar, de actuar.

Juicioso es el que procede con cordura y sensatez. Se dice: esto es propio de la persona juiciosa, Una decisión juiciosa.

Juicio es la facultad del alma por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso. También es acción y efecto de juzgar. Cordura o sensatez. El estado de sana razón es opuesto a la locura o el delirio.

De la lectura de las definiciones transcritas, creo que quedamos bien abastecidos de los elementos necesarios para cuestionarnos preguntándonos si poseemos sensatez, si la procuramos, si la despreciamos, la exigimos a los demás y, sobre todo, si nosotros mismos la practicamos siempre.

Entre los versículos 24 y 27 del Evangelio, según San Mateo, en la Biblia de Jerusalén, encontramos la siguiente enseñanza: “Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra esa casa; pero ella no cayó porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra esa casa y cayó, y fue grande su ruina”.

Por todo esto considero insensato y peligroso actuar bajo la influencia de la imprudencia, la irreflexión, la inmodestia, la indiscreción, la intemperancia, la apetencia, la inmoderación, la confusión o la duda, pues las consecuencias personales pueden ser negativas y, además, afectar gravemente a otras personas.

A contrario sensu, la sensatez: el buen juicio, la prudencia y la cordura deben ser elementos fundamentales y guías esenciales para nuestro bien obrar.

Las consecuencias negativas de la insensatez son palpables, se evidencian cuando se estudian los tristes casos individuales, familiares o grupales que son sometidos a la consideración de profesionales de la medicina, psicología, psiquiatría, sociología, economía, política y derecho, por ejemplo.

Como usted integra comunidades, desde la más sencilla de la familia hasta la más compleja del Estado, le pregunto: ¿en todas ellas debemos procurar, cultivar, practicar y exigir la sensatez, en el actuar? ¿Por qué?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)