Por: Baronesa Anelay y Annick Girardin | Unión europea

Todo el mundo sabe que algunos pequeños estados isleños, como las Maldivas en el océano Índico o Tuvalu en el Pacífico, enfrentan serios riesgos para su supervivencia si no adoptamos acciones efectivas para enfrentar el cambio climático y frenar el aumento en los niveles del mar. En una cena convocada conjuntamente entre Francia y el Reino Unido en Londres recientemente, un grupo de representantes de esos estados describieron la severidad de la amenaza que enfrentan. Comprensiblemente, ellos están presionando con fuerza para que todas las naciones hagan más para disminuir emisiones y ayuden a prevenir los peores impactos del cambio climático.

Las amenazas para el resto del mundo no son menos graves. Para preservar un clima que pueda sustentar a una población saludable y próspera, debemos limitar el calentamiento global a no más de 1,5° o 2 °C.

La forma que tomará el pacto climático internacional a ser acordado en París se está haciendo más clara. Más de 150 países han anunciado sus compromisos para reducir emisiones. Muchos han comprometido además mayor financiamiento para ayudar a los países más pobres y vulnerables a adaptarse a los efectos del cambio climático.

El Reino Unido y Francia lideran con el ejemplo. Para 2030, el Reino Unido habrá reducido sus emisiones a la mitad en comparación con 1990 y está en buen camino para alcanzar la meta, establecida por ley, de una reducción del 80% hasta 2050. Francia reducirá sus emisiones en un 40% para 2030, en comparación con 1990, y la nueva Ley de Transición Energética establece mecanismos para financiar energías renovables.

También estamos comprometidos a apoyar a los países en desarrollo para que fortalezcan su resiliencia y manejen los riesgos de un clima cambiante. El primer ministro británico, David Cameron, anunció recientemente que el Reino Unido contribuirá con £ 5,8 mil millones ($US 8,7 mil millones) entre abril de 2016 y marzo de 2021. Al mismo tiempo, el presidente François Hollande anunció que Francia incrementará su financiamiento anual para combatir el cambio climático de un compromiso actual de 3 mil millones de euros a 5 millones para 2020.

Sin embargo, tal como dejaron claro los representantes de los pequeños estados isleños, la suma de todos los compromisos para reducir emisiones es todavía insuficiente para asegurar su futuro sostenible.

Debemos ver esos compromisos como una línea base. Esto es lo menos que podemos hacer. Dichos compromisos nos llevan 15 años en el futuro, y por lo tanto reflejan una amplia gama de incertidumbres económicas, sociales y tecnológicas. El futuro puede ser prometedor. Y la COP21 de París necesita construir una ambición aún más grande.

Ya se avizora un cambio en la dirección. Evidencias dadas a conocer por la firma PWC muestran que la economía global creció un 3,3% en 2014, mientras que las emisiones solo aumentaron en un 0,5%. Esto sugiere que el crecimiento económico está cada vez más desacoplado de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Y el ritmo del cambio está aumentando. 37 países han puesto ahora un precio al carbono y China se les unirá en dos años. El mundo está añadiendo ahora más capacidad de energía renovable que el carbón, el gas natural y el petróleo combinados. El costo de las células solares ha disminuido en alrededor del 80% desde 2008 y constantemente se está invirtiendo más en tecnologías de energía limpia.

China añadió 9,9GW de nueva capacidad eléctrica solar solo entre enero y agosto de 2015 –equivalente a más de un décimo de toda la generación de energía doméstica en el Reino Unido–. Muchos pequeños estados isleños también han adoptado ambiciosos objetivos de energía renovable en el último año.

Esta transición tiene beneficios económicos además de reducir los riesgos climáticos. Por ejemplo, la economía baja en carbono y su cadena de suministros emplean actualmente alrededor de medio millón de personas tanto en el Reino Unido como en Francia. En el caso del Reino Unido, este sector contribuye más al PIB que la industria automotriz. Estas oportunidades se verán más claramente con el tiempo, y los incentivos para aprovecharlas serán mayores.

La amenaza que todos enfrentamos es muy real, incluso si no es tan evidente para todos nosotros como lo es para los habitantes de los pequeños estados isleños. Todos tenemos un papel para hacerle frente.

La Conferencia de París debe ser un momento decisivo que nos lleve hacia una era de desarrollo económico verde y de oportunidad. Confiamos en que encontraremos una respuesta efectiva –a través del ingenio humano, la innovación y la determinación– para el mayor desafío que jamás haya enfrentado nuestra civilización. (O)

Francia tiene la presidencia de la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que comenzará en París el 30 de noviembre de 2015.

*Ministras responsables para el cambio climático en los ministerios de Relaciones Exteriores del Reino Unido y Francia, respectivamente.