Los colores en los techos de las casas, de las estaciones de los buses, de los uniformes, de las gorras de vigilantes de tránsito, de agentes, etcétera; son extremadamente importantes para el ahorro de energía y para que vivamos confortable.
El sol, por radiación calienta el planeta, esa energía luminosa del sol está formada por muchos colores u ondas distintas que son absorbidas y transformadas en calor, o rechazadas según la superficie que encuentra en la Tierra. La superficie blanca, refleja todos los colores y la superficie negra, los absorbe. Es decir, el blanco es el color ideal para que los objetos que les da el sol, no se calienten; y el negro, es el más adecuado para que aumenten la temperatura.
Los colores claros rechazan una gran parte del calor, y los obscuros lo absorben. En la ciudad de Guayaquil se ve en los últimos años muchos techos obscuros, negros, parece que están de moda. Lo correcto sería techos blancos, con eso se rechaza el ochenta por ciento del calor de radiación, pero más vale la estética que la comodidad. Los techos negros y rojos son para los lugares muy fríos, para que absorban el máximo calor.
Es absurdo ver en las ciudades y las carreteras del país, vigilantes de tránsito parados en pleno sol, con gorras azules y motociclistas con cascos oscuros, negros, que fácilmente tendrán 40 °C entre la gorra y la cabeza. Con esa molestia, las personas no rendirán lo mismo. ¿Quiénes diseñan esos uniformes? Por algo los marinos usan mundialmente gorras blancas.
Otro absurdo son los techos rojos en estaciones de cierto transporte público en Guayaquil. Si fueran blancos, habría más confort, y también solo con pintar de blanco los techos de los buses se vería la gran diferencia, y si tendrían aire acondicionado, enfriarán muchísimo más.
En una calle a pleno sol sobre el asfalto, se puede cocinar un huevo; párese descalzo y se quema. En nuestras playas, en un día soleado, no podemos estar sobre la arena (oscura) seca, pero si vamos a una playa de arena blanca como en las islas Galápagos u otro lugar como en el Caribe, las pisamos descalzos, sin quemarnos. (O)
Aldo Vinicio Faidutti Navarrete, industrial, avenida Samborondón