Guayaquil, históricamente, ha priorizado la descentralización y la desconcentración a base de entidades autónomas y el apoyo del sector privado, no solo para la ciudad, sino también para la provincia y el Ecuador.
La Junta de Beneficencia de Guayaquil y la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer, en materia de salud, con calidad y eficiencia lo evidencian.
Verdad que la salud preventiva y curativa tiene como principal responsable al Estado, pero históricamente los hospitales del Estado fueron tachados de acumular deficiencias. Siento que en el actual Gobierno hay un esfuerzo para que sus establecimientos cumplan requerimientos de calidad, pero eso no significa que deba censurarse por no ser dependientes a establecimientos que no sean estatales.
La Junta de Beneficencia de Guayaquil
Constituida por iniciativa municipal el 29 de enero de 1888, es la entidad de los mayores establecimientos de salud de Guayaquil.
En el enlace del 14 de marzo del 2015, el presidente Correa expresó: “Guayaquil era una de las ciudades con menos camas hospitalarias por habitante, todo lo dejaban para la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Cuando la burguesía habla de los derechos de los niños, son los de sus hijos. No les da para más ni el corazón ni el mate” (…). “Casi todo el sistema de salud de Guayaquil es de la Junta de Beneficencia, nosotros rechazamos un sistema donde creen que la caridad es la justicia”.
Los establecimientos médicos de la Junta de Beneficencia de Guayaquil son de calidad, no de caridad, sí de solidaridad.
En la sabatina del 28 de marzo, corrigió algo de lo dicho sobre la Junta, reconoció la calidad de sus establecimientos, pero ratificó su discrepancia con ese sistema de salud porque no es del Estado.
El hospital universitario
El mismo 14 de marzo, el presidente expresó: “El Hospital Universitario se financiaba con una tasa de la universidad. Con todo lo que recaudaron pudieron rehabilitar todos los hospitales. Nos pasaron el hospital, van a tener 240 camas, la inversión en infraestructura es de $ 2 millones”.
Nunca ha habido tal tasa que “con todo lo que recaudaron pudieron rehabilitar todos los hospitales”. No precisó si los del Ecuador o los de Guayaquil.
La historia es otra. A fines de los años sesenta, quienes estaban al frente de la Facultad de Ciencias Médicas y su comunidad médica plantearon que el impuesto del dos por mil sobre capitales que pagaban empresas domiciliadas en Guayaquil para la construcción de la Catedral de Guayaquil, pasara a financiar el Hospital Universitario.
Asumió la propuesta y le dio forma de ley el entonces diputado Jaime Roldós Aguilera. Aprobada la ley por unanimidad, la sancionó el presidente Velasco Ibarra.
Cuando llegué al rectorado de la Universidad de Guayaquil, 31 de octubre de 1994, en los activos de ese proyecto específico estaba un macroterreno en la Kennedy Norte, que ya había dejado de ser el lugar más conveniente para su construcción, e inversiones financieras, entonces en sucres, equivalentes, en dólares de entonces, a $ 5,5 millones.
Se propuso un nuevo sitio en la Perimetral Norte –con una consulta interna a docentes y estudiantes– y una diferente estructura de gobierno para el sistema de salud que se quería, con el liderazgo de la propia universidad, pero compartido con el Gobierno central, la Municipalidad de Guayaquil, las cámaras empresariales y las organizaciones de trabajadores, con el apoyo de la OPS.
Aun con quiebras bancarias y la crisis que llevó a la dolarización, entre enero de 1995 y julio del 2004 se recaudaron $ 29,5 millones, porque las empresas guayaquileñas no escatimaron su solidaridad, con solo unas pocas que se resistieron a pagar.
Sumando diversas e importantes contribuciones, a más de la recaudación del impuesto, en julio del 2004 el proyecto en lo constructivo ya estaba concluido en la unidad hospitalaria que hasta ahora ha venido funcionando –además equipada en un noventa por ciento– y avanzada en un cincuenta por ciento la construcción de otras unidades. Meses después comenzó a funcionar la unidad hospitalaria, y diría con eficiencia, con un programa de 120 camas.
Contradicciones internas en la administración siguiente a la mía, en la Universidad de Guayaquil, llevaron a paralizar su desarrollo constructivo y la adquisición de equipamiento, a pesar de que al retirarme de la Universidad quedó la liquidez de libre disponibilidad, para su desarrollo, en más de $ 25 millones.
El año 2013, el presidente amenazó a la Universidad con expropiárselo y así logró que se lo entregaran. Ver prensa del 2013. Antes le debitaron al proyecto varios millones de dólares y hubo la pretensión de declarar inconstitucional el impuesto que lo financiaba.
Después que lo asumió el Gobierno –y ya intervenida la universidad– el impuesto se siguió y se sigue cobrando, entiendo que para destinar –en buena hora– los recursos a investigación médica universitaria. El 2014 rindió más de $ 8 millones, en el 2015 ya se va recaudando más de “USD $2 millones. El presidente, el 2013 cuando amenazó con la expropiación, anunció que lo ampliaría de 120 camas a 400 camas, lo que no se ha llegado a ejecutar. El 2015 anuncia que el incremento será a 240 camas, con un costo en infraestructura de $2 millones.
La atención médica del IESS
No es el Estado propiamente dicho. El IESS en el papel es autónomo, en los hechos para nada.
En Guayaquil, en los ocho años del actual Gobierno, de cuando en cuando se han anunciado adquisiciones y nuevas inversiones. Los convenios con centros médicos privados, que no son perfectos ni en su diseño, ni en su ejecución, le han salvado la imagen al IESS.
Funcionalmente ha sido un desastre al interior la oferta de salud del IESS, no existencia de medicamentos, citas a fechas remotas y otras deficiencias.
Interesante la posibilidad del Hospital del Norte, inicialmente diseñado sobre un convenio con inversión privada.
La solidaridad: un emblema
Esta es parte de la belleza del espíritu guayaquileño, ser solidario, saber que por sí solo puede afrontar problemas y necesidades.(O)
…Cuando la burguesía habla de los derechos de los niños, son los de sus hijos. No les da para más ni el corazón ni el mate”, presidente Correa.









