Entre las bananas, escondida. En una caja, oscura. Entre el olor dulce de las frutas llegó la araña ecuatoriana a Düsseldorf. La empleada del supermercado, malhumorada y con los sentidos todavía dispersos entre las brumas del sueño, abrió la caja. Se le descosieron los ojos del horror y de un grito alertó a los zombis que pululaban por los pasillos del supermercado a primera hora de la mañana. Una enorme araña peluda estiraba sus patas sobre las tersas cáscaras que ya empezaban a iluminarse de amarillo.
“Una araña errante ecuatoriana”, aparecería al siguiente día en la prensa, “fue encontrada oculta entre los bananos”. El horror se dispersó huracanado por todo el supermercado, en minutos ya estaba llegando la Policía para hacerse cargo de la situación y apresar a la intrusa, más tarde identificada como una Phoneutria fera.
Al parecer, la araña ecuatoriana había aprovechado un descuido en su país de origen para colarse entre las frutas que fueron envueltas en plástico e introducidas en una caja junto a decenas de racimos. Solo la flexibilidad de su cuerpo y su habilidad para adaptarse a los mínimos espacios que quedaban entre las frutas le permitió sobrevivir al viaje transoceánico sin perder ni una sola de sus patas. Todavía eran ocho y se movían con una rapidez aterradora cuando se la encontró entre la exuberante fruta tropical que hace las delicias de los centroeuropeos.
“Uno ya no puede ni disfrutar del soleado placer de comerse una banana importada siguiendo los rectos caminos de la ley internacional, sin que se cuele por ahí algún bicho miserable que aprovecha las circunstancias para venirse acá, instalarse en nuestro país en donde obviamente tendrá enormes dificultades de adaptación por lo cual terminará dedicándose a la delincuencia, escondiéndose en polvorientos rincones y tendiendo sus redes a los incautos ciudadanos de Düsseldorf”, comentó a la prensa una de las clientas del supermercado, que a esas tempranas horas ya había hecho su compra diaria: dos paquetes de jamón, tres de cigarrillos Pall Mall, cinco panecillos y una barra de mantequilla, por supuesto su Leberwurst (paté de hígado), una lata de gajos de mandarina en conserva y una botella de aguardiente de centeno.
“Se nos está yendo de la mano el tema migratorio. Cómo es posible que se permita la entrada a este tipo de alimañas indocumentadas”, le confesaba un viejecito a la periodista que no le quitaba los ojos de encima a la caja abierta, en donde la araña se mantenía como paralizada por el horror, con las patas combadas, lista para darse a la fuga en cualquier momento.
La prensa fue la primera en llegar, después arribó la Policía. Pero en cuanto se acercaron a la araña, por más sigilosa que fuera la acción, esta saltó de la caja y en segundos ya se había escurrido astutamente por la mínima ranura bajo los congeladores. Ante el temor de que se tratase de un arácnido mortalmente venenoso, la Policía decidió evacuar el supermercado. Cuando finalmente llegó el aracnólogo experto en especies tropicales, al cual habían arrancado de su cama en Colonia, la araña ya había desaparecido. Vaciaron y movieron los enormes congeladores, gatearon enguantados entre las estanterías de conservas y aceites, y recién al mediodía lograron detectar el paradero de la enemiga. La araña errante, una de las especies más venenosas y agresivas del planeta, emergió lentamente de entre dos canastas donde se apilaban jugosas uvas. Esta vez la Policía actuó con rapidez y precisión, capturando varios racimos de uvas junto a la criatura. El peligro había pasado y tras horas de tensión se había logrado poner bajo custodia al astuto animal, que ya no podría escapar de la prisión asignada. La Phoneutria fera de origen ecuatoriano que había ingresado al país sin el permiso de las autoridades competentes fue deportada a Bélgica donde se la mantiene reclusa hasta la fecha en el zoológico de la ciudad de Brujas.
Algunos medios alemanes recuerdan que nos encontramos frente a uno más de repetidos incidentes de este tipo. Periodistas de invisibles diarios de provincia y lectores desocupados exigen un control más riguroso de las importaciones, especialmente cuando se trate de frutos provenientes de países con historial errante y clima tropical. Es posible, sin embargo, que las autoridades no logren implementar un control efectivo de las bananas ecuatorianas, ya que según cifras del Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura de Alemania, solamente en el 2013 se importaron más de un millón trescientas mil toneladas de bananas, de las cuales casi medio millón (467 506) procedía del Ecuador. El plátano es un producto consumido en Alemania con excepcional ímpetu, más aún en el Este del país, en donde durante la época del muro comerse una banana resultaba todo un lujo, pues la fruta no estaba disponible en supermercados ni tiendas (solo en las trastiendas del mercado negro). Hoy se goza en cambio, en toda Alemania, de un sistema económico que permite a los ciudadanos atracarse de bananas a su antojo, y de kiwis, mangos, papayas, pitahayas... Lo cual no significa que no sea necesario resguardarse celosamente de las arañas intrusas.
Afortunadamente, por esta vez, recalcaron los diarios, ningún dusseldorfiense resultó herido a consecuencia de la araña ecuatoriana, que tras quién sabe qué inenarrable odisea, había llegado a estos lares escondida entre un racimo de bananas.(O)
El plátano es un producto consumido en Alemania con excepcional ímpetu, más aún en el Este del país, en donde durante la época del muro comerse una banana resultaba todo un lujo, pues la fruta no estaba disponible en supermercados ni tiendas (solo en las trastiendas del mercado negro).