En el entorno mundial vivimos un ciclo de fuertes cambios que afectan a las naciones conforme su dependencia o no de la producción y exportación de petróleo y gas y su ubicación en el globo terráqueo. Esta situación trae consigo oportunidades para aquellos que sepan afrontar los desafíos y aprovechar sus ventajas competitivas. La geopolítica mundial pasa por un giro radical, sin embargo, parecería que muchas naciones desfavorecidas no se enteraron, no estaban preparadas o no conocieron a tiempo los planes de Estados Unidos de lograr ser autosuficiente en petróleo y gas, estrategia clave para la recuperación de su economía, retiro de sus tropas estacionadas en los países árabes, abandonar su papel de policía de esa región y reducir el gasto en defensa.

Hablando de enterarse, aparecen “quedaditas” las cancillerías de nuestros países. Quizás sus ministros, diplomáticos y consejos responsables del análisis y reflexión de los desarrollos geopolíticos y económicos del mundo, de entender la profundidad de su alcance, identificar las oportunidades y desafíos y recomendar estrategias apropiadas, no le dieron importancia a los avances e innovaciones del “imperio” en la explotación de shale oil y shale gas”. Por lo menos, los países del Mercosur y del ALBA parece que no hicieron la tarea. No así Cuba, cuya diplomacia ha tomado acciones inteligentes para levantar su economía reiniciando relaciones con su importante vecino para beneficiarse en primer lugar de la gran ola turística que generará su ubicación a 90 millas de Cayo Hueso, Florida, y de la inversión extranjera inmediata en infraestructura hotelera. De esta forma el país antillano busca paliar los efectos de las pérdidas por la recesión de sus principales socios, Rusia y Venezuela. Este último, seguro pasará por grave crisis económica que podría repercutir en su ámbito político. Acertadamente y con astucia, Cuba “se ha arrimado a buen palo”.

La baja del precio del petróleo y las restricciones impuestas a Rusia han debilitado severamente su capacidad de compra, lo cual junto al estancamiento de las economías China y Europea, ocasionan baja del precio de minerales y materias primas, situación no grata para Latinoamérica. Pero como la vida está regida por ciclos y vivimos una globalización económica total, no es el fin del mundo. Si bien el dólar se ha apreciado frente al resto de monedas, el menor precio de los combustibles y la devaluación de otras monedas dará a los cientos de millones de ciudadanos estadounidenses mayor poder de compra, resultado de ello, futuro incremento de la demanda de ese país, y en su momento, mejores precios para los productos exportables.

En el tiempo, los ganadores serán China y los principales socios comerciales de Estados Unidos. Europa se beneficiará del menor precio de combustibles y el intercambio comercial. Ecuador, a pesar de la reducción de sus ingresos petroleros, será partícipe de la bonanza de la nación del norte y del respiro de Europa a través de su producción privada exportable. Sin embargo, lo que nos espera no es carrera de velocidad, sino de resistencia, y tendrá su precio. Saldremos del hoyo como siempre hemos salido, pagando los platos rotos por otros, ajustándonos los cinturones y viviendo un menor nivel de vida. Con paciencia volveremos al equilibrio, siempre y cuando nuestros gobiernos tomen medidas acertadas y mantengan el dólar como moneda.(O)