Roberto Gómez Bolaños, actor mexicano, fue un genio humilde cuyo mayor gozo era ver a otros riendo.
Como Chespirito nos dejó muchos personajes y obras que nunca morirán. Como Roberto Gómez nos dejó tantas lecciones que muchas veces son difíciles de entender. Por el momento se me salen las lágrimas y lo único que puedo escribir es: síganme los buenos.
Azael Moreno Columbus, abogado, Guayaquil
Chómpiras, Chespirito, El Chavo del 8, Doctor Chapatín, entre otros apelativos, más que nombres artísticos identifican a un genio de la comicidad latinoamericana y mundial como Roberto Gómez Bolaños, fallecido el viernes pasado; y son sinónimos de alegría, esperanza, felicidad y ternura.
¿Quién no recuerda las ocurrencias de la vecindad del Chavo o más personajes de Chespirito que a través de un humor sano, ingenioso y familiar alegraba tarde a tarde la vida de millones de niños? ¿Quién no se dejó cautivar por los valores de este fenómeno cultural, simples y profundos como el bien siempre triunfa, la humildad o que el valor no significa la ausencia de miedo sino la capacidad de enfrentarlo en personajes como el Chapulín Colorado? Adultos, jóvenes o ancianos al escuchar Chespirito asocian el nombre con la sonrisa de un niño, los sueños de generaciones enteras, y con la persona con un simple gorro y una vestimenta llena de remiendos que pudo crear tanta felicidad por tanto tiempo.
Andrés Gómez Polanco, Quito