En estos días se conmemora el natalicio de Violeta Parra, aquella mujer grande que nos enseñó el folclore de la música chilena mientras con su sensibilidad bordaba palabras, versos y cantos de protesta. De su vena y vida aprendimos a agradecer a la vida, a siempre volver a los 17 y por supuesto a alzar el puño izquierdo mientras entonábamos versos de su canción “Me gustan los estudiantes”; por aquí dejo algunos:

¡Que vivan los estudiantes /Jardín de nuestra alegría /Son aves que no se asustan /De animal ni policía.

Tal vez septiembre es el más triste mes del año para Chile, Nueva York y Ecuador. El último nos trajo las imágenes de estudiantes, el 17 y 18, protestando con cantos, grafitis, risas, vaciladas y también piedras, gritos, para terminar las tardes con sus broncas, rabia y lágrimas. Nada de ello es nuevo, todos los gobiernos desde tiempo de las dictaduras pasando por los electos hicieron el violento juego de desalojar, reprimir con malos tratos y prepotencia.

Y no le asustan las balas/Ni el ladrar de la jauría/ Caramba y sambalacosa /¡que viva la Astronomía!

Hubo tragedias como el asesinato por bala policial de Patricio Hermann cerca de su Colegio Mejía durante el gobierno de Roldós y hace justo 3 años en septiembre, Edison Cosíos otro chico del Mejía quedó postrado por una bomba lacrimógena disparada también por policía que destrozó su cabeza para borrar los sueños de un día ser un hombre independiente, libre y feliz.

Me gustan los estudiantes/Que rugen como los vientos /Cuando le meten al oído /Sotanas y regimientos.

En los últimos 50 años pocas veces los estudiantes luego de protestas terminaron en la cárcel, pero como en todos los gobiernos anteriores las palabras de los ministros y demás poderosos fueron de repudio a los jóvenes, de elucubraciones sobre intentos de desestabilización política, y por supuesto siempre dijeron que los estudiantes son manipulados, que no saben lo que hacen, ni los riesgos que toman. Por eso, lo nuevo que este Gobierno trae es la cárcel, porque si alguno que otro estudiante fue preso en el pasado por salir a manifestar a la calle, sin duda es un récord nacional el número de jóvenes que el Gobierno actual ha juzgado y el tiempo que los recluye por protestar.

Me gustan los estudiantes/Porque levantan el pecho /Cuando le dicen harina /Sabiéndose que es afrecho.

Nuevo ha sido ver a madres y padres pedir de rodillas por sus hijos y tal vez es también nuevo escuchar al presidente de la República dando recomendaciones de cómo se debe ser estudiante y joven. En el estilo de quien nos gobierna, lo que deben hacer es estudiar y, según podemos inferir, este padre indica cómo: de forma obediente, dentro de aulas, con respeto que aparentemente es sin hacer líos, callados, ordenados. Ya lo hemos oído antes, hay que ser “buenos” estudiantes; es más, se debe ser abanderado. Justo lo contrario de lo que los maestros más sabios buscan en sus alumnos: creatividad, curiosidad, que incomoden al profesor, que desafíen su conocimiento y, por tanto, su autoridad. No es precisamente lo que los estudiantes afanosos de mejores notas hacen. Por eso adoctrinar es más fácil que educar y aprendimos que los críticos generalmente no son abanderados; rebeldes mucho menos.

Y no hacen el sordomudo/Cuando se presenta el hecho /Caramba y sambalacosa /El código del derecho…

Pero la historia de antes y hoy está llena de ejemplos de estudiantes protestando contra lo que sienten injusto… y de gobiernos recitando el mismo libreto que oímos otra vez este septiembre. Quizá la última pena del mes fue el recordar aquel fatídico 30S en que la policía disparó y agredió a los ciudadanos, algo que mientras nos quede memoria no podremos perdonar y que siempre pondremos en perspectiva cuando el Poder felicite policías por reprimir a los estudiantes.