“Afortunadamente, América Latina encabeza la erradicación del hambre en el mundo”, ha dicho el director general de la FAO, según elmundo.com. Ha añadido que en la región ya hay 16 países que han cumplido el objetivo de erradicar el hambre.

Entre los objetivos del milenio, de las Naciones Unidas, establecidos en el año 2000, ocupa un lugar prioritario garantizar el acceso a la alimentación en todo el mundo, pero aún solo en América Latina y el Caribe hay 47 millones de personas con hambre y no es porque faltan alimentos, sino porque la población no tiene acceso a ellos. En la región hay excedentes de alimentos, pero la pobreza impide que lleguen a todos de acuerdo con sus necesidades.

El artículo 25, numeral 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar y en especial la alimentación…”, sin embargo, y aunque esta declaración significa que los estados deben garantizar el cumplimiento de este derecho y así lo consignan sus leyes, no siempre se cumple.

En el Ecuador, la Constitución en su artículo 13 dice: “Las personas y colectividades tienen derecho al acceso seguro y permanente a alimentos sanos, suficientes y nutritivos, preferentemente producidos a nivel local y en correspondencia con sus diversas identidades culturales”. En este texto se da un paso más y se indican las cualidades que deben tener los alimentos. Deben ser sanos, es decir, sin contaminación, ni descomposición, aptos para el consumo; suficientes, se entiende que de acuerdo con las necesidades individuales, lo que es suficiente para un niño podría no serlo para un adulto, por ejemplo, y nutritivos, no se trata de comer para saciar el hambre, se trata de alimentarse para nutrirse adecuadamente. De esto último hay evidencias de que no se cumple. En el documento ‘Construcción e implementación del marco de acción para la seguridad alimentaria y nutricional en el Ecuador’ se señala que si bien el número de calorías per cápita es mayor al mínimo que se debe consumir, persiste la desnutrición crónica del 25,8% de niños menores de 5 años. Se afirma también que en el país las calorías y alimentos producidos son suficientes, pero mal distribuidos, y en las conclusiones se plantea lo siguiente: Se debe estimular e impulsar la productividad (se calcula que para que un país pueda declararse seguro en términos de alimentación debe producir el 75% de sus necesidades de consumo); hay que brindar apoyo técnico a los productores; se debe cuidar que haya un manejo adecuado de los recursos hídricos y facilitar el acceso al crédito, entre otros aspectos.

Pero también es importante la educación al consumidor, que debe iniciarse en la infancia. Si los niños se acostumbran a alimentarse con comidas que son mezcla de carbohidratos con grasas y a tomar bebidas con gas solamente, crecerán con malos hábitos alimenticios y, entonces, aunque el país produzca alimentos suficientes y estén al alcance de todos, no se logrará el objetivo de tener una población sana. Nos corresponde a todos aprender que comer no es lo mismo que alimentarse y que nuestra salud y, en consecuencia, nuestro desempeño en la vida cotidiana dependen mucho de nosotros mismos.