La Alemania nazi de 1939, con Adolfo Hitler a la cabeza, se había rearmado rápidamente y además de la sed de venganza que tenía, por lo ocurrido durante la Primera Guerra Mundial, tenía intenciones más oscuras, como la de emerger a su nación en un imperio absoluto en términos globales, que duraría mil años. La Segunda Guerra Mundial, que finalizó nuevamente con la capitulación de Alemania en 1945, fue el conflicto militar más sanguinario que se haya registrado en la historia de la humanidad; se involucró la mayor parte de las naciones del mundo, en especial las grandes potencias que tomaron partida en uno de los dos bandos: los Aliados con Inglaterra, Francia, URSS y Estados Unidos a la cabeza; y las Potencias del Eje con Alemania, Japón e Italia.

Se movilizó una cantidad increíble de recursos, sean estos bélicos, humanos, científicos y económicos, con más de 100 millones de militares puestos en acción. Se utilizaron por primera y única vez armas nucleares en un conflicto militar. El resultado fue macabro, un saldo de 50 a 70 millones de víctimas, destacándose en ello los mártires judíos del holocausto nazi y los civiles de Hiroshima y Nagasaki. Lamentablemente es cierto que las acciones bélicas han guiado el destino del mundo desde épocas muy antiguas, y otro habría sido el destino de la humanidad si la Alemania nazi y el imperio japonés hubiesen logrado su cometido. Nadie sabe lo que hubiese ocurrido.

Cuando los Aliados llegaron victoriosos a Berlín a principios de mayo de 1945, los alemanes tuvieron que rendirse incondicionalmente ante americanos como también ante el ejército rojo. Rusia, que pagó un alto precio en esta guerra, guarda en su memoria el 9 de mayo como el Día de la Victoria. Ahora, parece que aquel conflicto de hace 70 años toma vigencia nuevamente con el conflicto de Crimea en Ucrania, punto de encuentro de intereses mutuos entre Rusia y Occidente. Consensuar a los líderes mundiales ante objetivos más altruistas parece una misión imposible; a estas alturas de la civilización humana, la fiereza y la barbarie del hombre no han desaparecido en lo absoluto. Nuestra esperanza es un papel más protagónico y vinculante de la ONU, organización de los estados del mundo que nació justamente después de estos megaconflictos para prevenir brutalidades humanas, como las ocurridas en las anteriores guerras mundiales.

En el aniversario número 69, Rusia sacó a relucir nuevamente su poderío militar en un desfile sin precedentes, donde además revive el orgullo y el patriotismo de la antigua Unión Soviética, al flameo de la bandera roja de la hoz y el martillo. Existe preocupación en el mundo por un eventual rebrote de la infame guerra fría, que expondría nuevamente a la humanidad a una aniquilación nuclear. En vísperas de este acto conmemorativo, la canciller alemana Angela Merkel lamentó que el gobierno ruso tenga intenciones de instrumentalizar esta fecha, reviviendo viejas heridas entre estas dos naciones. Parece que no hemos sido capaces de aprender las grandes lecciones de la historia; bien dice el dicho que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra.