Luego de haber aprendido recientemente (nunca es tarde) el verdadero contenido y significado de las palabras, he llegado a la conclusión de que vamos a ganar el Mundial.
Cerca de mi casa se estaciona un Mercedes Benz oscurísimo. Yo pensaba que era negro y alemán. Ahora me entero de que es afroecuatoriano. ¡Increíble, Mercedes Benz ecuatoriano! Excelente noticia para el cambio de la matriz productiva.
El presidente Obama siempre ha dicho estar orgulloso de ser negro, pero está equivocado, ha sido afroecuatoriano. Mohamed Ali, el más extraordinario boxeador de todos los tiempos, siempre creyó ser negro y estaba orgullosísimo de serlo; ahora vengo a comprender que es afroecuatoriano. Pelé, lo mismo.
Mahalia Jackson, la mujer orgullosa de ser negra y que antes de empezar le sugirió a Martin Luther King que hable de su sueño, dando lugar a la fenomenal oratoria “Yo tengo un sueño” que pronunció en Washington en 1963 ante 250 mil personas, y que tenía como espectador por televisión al presidente Kennedy; también ha sido afroecuatoriana, al igual que King.
Y Tommie Smith y John Carlos, los atletas que en las olimpiadas de México en 1968 al recibir las medallas de oro y bronce lo hicieron sin zapatos, usando una escarapela diseñada por el sociólogo Harry Edwards (quien pedía a los negros boicotear los juegos en protesta por el discrimen) y cuando sonó el himno levantaron la mano con un guante negro, lo que les costó la expulsión del torneo; que creían ser negros y estaban orgullosos por ello, también han sido afroecuatorianos. Qué pena que ya no corran, nos darían la segunda y la tercera medallas olímpicas, con semejante respaldo y el de muchos otros, ganamos porque ganamos; y sospecho que la final será contra Nigeria que ya no se va a llamar así, sino “Afrogeria”, pero peor es que jueces los obliguen a rectificar y tengan que cobrar los córneres una y otra vez.
Claro que esto no lo han de creer los que hace un par de años dijeron, en el centro máximo de la representación popular, que el Che Guevara murió por luchar contra Reagan y Margaret Thatcher, y resolvieron hacer un acuerdo por este motivo. El hecho de que Guevara, cuya muy triste muerte ocurrió en 1967, cuando ni Reagan era presidente ni Thatcher era primera ministra, no es problema para multimagísteres. ¡Qué triste que se pierda de vista que lo verdaderamente malo es el discrimen! Luchemos contra el odio y todo será mejor.
Jorge Alfredo Wright Ycaza, abogado, av. Samborondón