No soy lector del Extra, aunque como muchos hombres (¿algunas mujeres?) sí he echado un ojo discreto a las fotos “sexis” … y no me sorprendería que Carlos Ochoa lo haya hecho. Pero, desde las alturas, nuestro ayatolá evangelizador sanciona esa publicación con un doble argumento (para él) contundente (cito de memoria): “Permitirían aquellos que critican la resolución, que sus hermanas o esposas posen así?” y “publica sobre otros … lo que publicarías sobre tus seres queridos”. Él mismo se aplaude. Pero lo primero: enorme machismo, y lo segundo: no puede constituir una regla periodística.

El problema de fondo es idéntico a la prohibición que niños menores asistan a corridas de toros. ¿Qué comportamientos se deciden en el ámbito de las personas y familias, y cuáles desde la colectividad? Para unos (yo), ver o no la portada del Extra es un asunto de los involucrados: el eventual lector y la chica que posó sabiendo dónde y cómo salía la foto, no hay efecto importante sobre los derechos de terceros que justifique una intervención externa (esto, incluso acordando que el comentario alrededor de la foto es, al menos, poco amable). Para otros (Ochoa), es función de la autoridad sancionar para generar un mejor entorno periodístico (mejorar a la prensa y a sus clientes …intención que agradecemos pero rechazamos), porque hay un insulto a la chica y a la mujer en general, presentada como objeto de morbosidad … ¿Se puede sancionar por los derechos femeninos en general? ¿Y el derecho de la modelo?

Abiertas esas puertas, nos encontramos ante mil cuestionamientos. Volviendo al tema de los toros, el argumento es supuestamente claro: hay violencia psicológica sobre el niño, eso le genera comportamientos dañinos. Pero entonces me pregunto: ¿y el impacto psicológico sobre los niños cuando ciertos padres beben abundantemente todos los fines de semana? Estaremos de acuerdo en que está mal (el impacto es más fuerte que un par de corridas de toros), pero ¿nos parecería lógico que la autoridad entre a los hogares a sancionar? Y retomando las imágenes públicas: ¿qué pasa si hay ciudadanos afectados al ver a dos personas del mismo sexo besándose? ¿Ochoa defenderá a esas personas sensibilizadas o alegará el derecho de las minorías a no ser discriminadas? ¿Qué hacemos con los espectáculos de tecnocumbia en los que muchas veces las poses son bastante más insinuantes que una foto del Extra, y peor aún con niñas menores? Obviamente no hablo de la revista Soho, porque Ochoa ya dictaminó: eso sí es artístico. Y volviendo a la expresión “publica … lo que publicarías sobre tus seres queridos”, ¿qué hará Ochoa con el presidente que insulta en la sabatina de una manera que no le gustaría que insultaran a sus familiares, incluyendo el caso Blasco Peñaherrera que esperamos no quede en impunidad (decir que se “vende al mejor postor” es muy grave)?

Estamos ante el gran problema de los ayatolás: desde las alturas pontifican en situaciones del ámbito privado, y desde las sanciones quieren “mejorar” la sociedad … obviamente sí pueden intentar hacerlo con campañas que cambien comportamientos, cultura. No con este tipo de sanciones.