En la Asamblea Nacional se está tramitando la nueva legislación penal, que debe incluir nuevas figuras delictivas y suprimir otras. Seguramente tratarán el problema del peculado y deberán discutir si continúa siendo imprescriptible, como era en la Constitución del 98, pero sigue constando como tal en el Código Penal. La Constitución vigente no lo incluye entre los delitos imprescriptibles. El peculado es, en pocas palabras, la apropiación fraudulenta de fondos públicos, del Estado o de las instituciones financieras.
La prescripción es un modo de adquirir o perder derechos. Este escrito trata de las acciones para perseguir delitos. Me parece que la prescripción es una forma de compasión o perdón y olvido porque se entiende que el Estado no pudo condenar a una persona, y pasó el tiempo. Cumplidos otros requisitos, el indiciado puede solicitar al juez que declare prescrita la acción persecutoria. Se entiende que el lapso en que estuvo ausente u oculto fue suficiente castigo para pagar la culpa.
Luego de los terribles abusos de las tiranías del siglo pasado en que se cometieron delitos sin nombre contra millones de personas, se consideró que los autores debían ser juzgados en cualquier época porque no cabía ninguna conmiseración con ellos. Habían cometido genocidio, un delito contra la humanidad. El genocidio es imprescriptible, en todo el mundo. Las últimas condenas de los tribunales argentinos contra los dictadores militares que ordenaron la muerte de miles de inocentes, se dictaron cuarenta años después de los hechos porque la acción penal no había prescrito. Decía el maestro Agustín Vera Loor que eso de la “vindicta pública” es una frase de periodistas, porque la sociedad no busca venganza. Pero la justicia no puede cerrar sus ojos ante los crueles asesinatos, la sevicia de los genocidas.
Puedo comparar la imprescriptibilidad con la prisión perpetua. Sus efectos son parecidos. Tenemos muy presentes los casos de expresidentes que no pueden regresar al país porque están acusados de haber cometido peculado. ¿Se justifica mantener el peculado como un delito que no prescribe? ¿No cabe la compasión con estas personas? ¿Son lo mismo genocidio y peculado? Ni siquiera se les ha probado su culpa en los procesos, porque están paralizados debido a tecnicismos jurídicos. Y todo se agrava con la complejidad de la prisión preventiva.
El papa Francisco, en el avión que lo retornaba a Roma, lanzó otra de sus verdades inmensas. Declaró ante los periodistas que Dios perdona y olvida. Dijo que “no existe perdón sin olvido”, aunque el olvido sea la parte más difícil del perdón. El papa tiene razón. ¿Qué haríamos los creyentes si Dios nos perdonara, sí, pero qué Dios tan poco generoso sería si anduviera a cada momento recordándonos que lo ofendimos? Creemos que cuando Dios perdona también olvida la falta. Pero no sabemos el pensamiento de Dios porque no podemos conocer su inmanencia.
Siempre hay que mirar la otra cara de la moneda. Porque si se sustituye la venganza por la compasión, no faltará quien diga que quienes legislan y mandan se están curando en salud y a tiempo.










