Hoy ya es un mes y tres días de que asesinaron a mi amigo, y excelente ser humano, el periodista Fausto Valdiviezo Moscoso y aún no hay señales claras de los investigadores del caso; no hay la celeridad como cuando mataron, igual de cobardemente, al hermano del ministro del Interior, Serrano, ni cuando le dieron oportunidad a Pedro Delgado de que dejara grabada su renuncia forzada y se fuera a la “fiesta de su hijito” a los Estados Unidos y solo se lo juzgara por falsedad ideológica, en lugar de mal manejo de fondos; y ahí no son raudos ni eficientes como el Servicio de Rentas Internas (SRI) cuando aplica la ley a un bananero.
Quisiéramos saber exactamente quién está detrás de la muerte de Fausto. Creo, tristemente, que al Gobierno en este momento no le interesa porque tiene asuntos más importantes como el tema de la libertad de prensa o el entredicho con “el cónsul grafitero malcriado” de los Estados Unidos, y los Derechos Humanos Internacionales le tiene en la mira, al igual que a un país latinoamericano cuyo presidente es médium y habla con pajaritos que le traen mensajes de muertos.
¡Dejémonos de cobardías y a reclamar por nuestros derechos de prensa libre, no amordazada ni amedrentada como está! Lindo gobierno de manos limpias y corazones muy “ardientes”.
Ojalá algún medio periodístico investigue y llegue hasta la mente y mano asesina, porque estoy seguro de que el asesino fue pagado por algún ser cobarde que mentalizó y planeó la muerte de Fausto.
No den la oportunidad de que escape, porque parece que eso es lo que se está haciendo, que el tiempo pase, todo quede en el olvido y mi amigo engrose la larga lista de víctimas sin justicia.
Alberto Alprecht Santos,
ingeniero, Guayaquil