A semana seguida, Ecuador fue sometido a análisis en instituciones académicas españolas. En el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid y en el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca se debatió sobre el proceso político, la economía, las relaciones con Europa, la inserción internacional, los escenarios futuros y, obviamente, el liderazgo presidencial. En minucioso trabajo de laboratorio, los especialistas ecuatorianos, españoles y de otras nacionalidades no dejaron tema sin tocar ni hipótesis sin discutir.

Un asunto central fue el de las relaciones con Europa, especialmente después del viraje anunciado en la visita del presidente de la República. La firma de un acuerdo de libre comercio es un hecho que cambiará no solamente las condiciones en que se realiza actualmente el intercambio económico, sino que marca un rumbo totalmente diferente en las relaciones internacionales del gobierno. Su negativa radical a establecer acuerdos de este tipo con cualquier país estaba asentada en declaraciones de principios y en posiciones ideológicas que parecían ser inamovibles. Pero, al parecer, el banano, el camarón, las flores y otros productos de la tierra se impusieron sobre las creencias y los valores. El problema, como se mencionó en uno de los encuentros, es que el equipo encargado de las relaciones internacionales estuvo demasiado comprometido con la posición adversa, de manera que no solamente sería inexplicable su presencia en la nueva situación, sino que podría convertirse en un obstáculo para dar cada uno de los múltiples pasos que demanda el acuerdo. Todavía está fresco el recuerdo del boicot –hecho en casa propia y por parte de un integrante del equipo negociador– cuando se negociaba entre la Comunidad Andina y la Unión Europea.

Otro tema central fue el de los efectos de la muerte del presidente Chávez sobre Ecuador y sobre América Latina. El bajo grado de dependencia de Ecuador con respecto a los recursos venezolanos y a la guía ideológica chavista, muy diferente a lo que ocurre con Bolivia, Cuba o Nicaragua, lleva a pensar que el impacto no será mayor. Pero, de todas maneras queda la pregunta sobre el panorama latinoamericano sin la presencia abarcadora de Chávez. Esa fue la puerta para entrar en el debate sobre el liderazgo continental y sus posibles herederos. La visión generalizada es que América Latina vive un momento diferente al que estuvo presente cuando surgió la figura de Chávez y que además ninguno de los posibles sucesores cuenta con los recursos económicos que fueron decisivos para darle dimensión continental. En ese punto se abrió un interesante contrapunto cuando uno de los participantes sostuvo que el presidente venezolano nunca ejerció un verdadero liderazgo de alcance latinoamericano, con excepción de los países de ALBA, y que por tanto no sería correcto hablar de sucesión.

Quizás lo más interesante de estos encuentros fue la presencia mayoritaria de ecuatorianos en el público. Anteriormente, la numerosa comunidad ecuatoriana de España permanecía al margen de estos eventos. Ahora, muchos jóvenes hispanoecuatorianos o ecuaespañoles participaron activamente. Un cambio importante, que habla de una visión diferente del emigrante.