El ambiente era desolador. Los dueños de muchos negocios prefirieron no atender y permanecer con los locales cerrados. A lo largo de la avenida principal del sector conocido como la Ladrillera, en el noroeste de Guayaquil, había poco movimiento de personas, predominaba la presencia de hombres en motos lineales y tricimotos, pero ambos tipos de vehículos iban y venían sin pasajeros.